Capítulo 31: Desilusión

22 3 1
                                    

El sabor amargo de una noche en soledad se apoderó de ellos por completo, envolviéndolos en una densa niebla de frustración y desconfianza. Dulce y Christopher habían concluido la conversación en medio de una discusión que había dejado un regusto amargo en sus labios, cada uno aferrado a sus propias razones.

Para Dulce, la sensación de incertidumbre era abrumadora. No podía evitar sentir que Christopher no estaba siendo completamente honesto, y esa sospecha le resultaba insoportable. Su mente bullía con el pensamiento de que él le ocultaba algo, y la idea de que no pudiera confiar plenamente en él la llenaba de angustia. Cada excusa que él ofrecía para justificar su comportamiento le parecía débil e insatisfactoria, y su intuición le gritaba que ella tenía un papel importante en lo que estaba ocurriendo. No había forma de sacarle de la cabeza la idea de que él estaba ocultando algo importante, y nadie, ni siquiera él mismo, podría disuadirla de esa creencia.

Por otro lado, Christopher se sentía atrapado en una red de mentiras y secretos que había tejido a su alrededor. Sabía que para Dulce era imperdonable que él se hubiera entrometido en sus asuntos personales sin su consentimiento, y eso era precisamente lo que había hecho. Temía que, si ella descubría la verdad, el daño sería irreparable. Había preferido ofrecer excusas débiles antes que arriesgarse a enfrentar las consecuencias de su intromisión. La idea de que ella pudiera descubrir su falta de honestidad lo atormentaba, pero estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para protegerla de la verdad, incluso si eso significaba distanciarse aún más de ella.

La noche que Dulce esperaba que terminara solo con una discusión con Christopher tomó un giro inesperado y angustiante. La tensión en el aire se espesó cuando el sonido de un portazo rompió el silencio, y el corazón de Dulce dio un vuelco al ver a Luna, su hija, parada frente a ella con una expresión de furia en el rostro. Ni siquiera tuvo tiempo de procesar lo que estaba sucediendo antes de que Luna le lanzara la chaqueta negra que había usado la noche anterior, el mismo abrigo que la había acompañado en el encuentro con su ex esposo, el padre de Luna. Dulce sintió un nudo en la garganta al darse cuenta de que la niña había presenciado algo que nunca debería haber visto, y la sensación de culpa la abrumó.

Los ojos de Luna la miraban con una mezcla de confusión, dolor y enojo, como si estuviera buscando respuestas que Dulce no sabía cómo dar. La imagen de una madre que jugaba un juego peligroso entre dos hombres se proyectaba en la mente de la niña, y Dulce se sintió como si estuviera en caída libre, incapaz de encontrar el suelo firme bajo sus pies.

La mirada acusadora de Luna la dejó sin aliento, y se vio desesperada por encontrar las palabras adecuadas para explicarle lo que estaba sucediendo. El blazer negro que ahora sostenía en sus propias manos pesaba como una losa, recordándole la complicada red de mentiras y secretos en la que se había enredado, y temiendo el daño irreparable que había causado a su relación con Luna. Dulce, con el corazón en un puño y la voz temblorosa por la angustia, se acercó a Luna, tratando desesperadamente de encontrar las palabras adecuadas para calmarla y explicarle la situación.

- Luna, mi amor, esto no es lo que parece. Déjame explicarte...- comenzó Dulce, pero antes de que pudiera continuar, Luna la interrumpió con voz temblorosa de ira y confusión.

- ¡No me mientas! - exclamó Luna, con lágrimas brotando en sus ojos. – ¿No es suficiente con el daño que has causado a papá? ¿Por qué tienes que hacer lo mismo con Christopher? ¡Es todo tan retorcido y enfermo! – Dulce, con los ojos llenos de lágrimas y el corazón desgarrado por las palabras de Luna, trató desesperadamente de encontrar las palabras adecuadas para explicarse, para reparar la confianza que se desmoronaba ante sus ojos.

- Luna, por favor, no es lo que piensas. - murmuró Dulce, su voz quebrada por la angustia. - Sé que las cosas parecen complicadas y confusas en este momento, pero necesitas entender que... te juro que jamás haría lo que piensas.

Nuestro encuentro ImaginarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora