75° Juegos del Hambre

231 15 19
                                    

El tiempo ha pasado volando, como si se tratase de un suspiro, o el suave viento de las mañanas, que revuelve las pocas hojas que pueden tener los árboles del bosque a esta altura ya del año. Aún faltan unos pocos meses, escasos, dos solamente hasta que el Vasallaje de los 25 llegue a nosotros. Pero a pesar de esto, cada día cuando abro los ojos, me encuentro con un sudor frío en la frente, hiperventilando y tensa, todo por las pesadillas que aparecen una y otra vez. 

No he vuelto a hablar de Lucy Gray a ninguna persona, me lo he callado, al igual que los levantamientos, cosa que por lo que veo, Katniss también ha preferido guardárselos para sí misma. A decir verdad, lo agradezco, porque tener que hablar del tema, sólo provoca que me tense, me quede paralizada y comience a plantearme miles de escenarios catastróficos en mi mente. Así que sí, prefiero que el tema quede enterrado para la eternidad, aunque eso no signifique que vaya a cambiar nada. 

Katniss lleva sin hablarme desde hace unas semanas, y ya comienza a preocuparme. No la veo en su casa con Prim y su madre, ni con Peeta y Luckas cuando estoy con ellos. Es como si hubiese... desaparecido del mapa. Cuando la encuentro en el bosque, pocas veces junto a Gale, una simple mirada es lo que intercambia conmigo, para luego no dirigirme la palabra o simplemente darse la vuelta. ¿Hice algo mal? No lo sé, no lo entiendo. 

No la entiendo. 

- Creo que la he enfadado. - digo, mientras que el rubio acaricia mi pelo con delicadeza. 

Me encuentro en su casa, en el salón, ambos en sentados en el sofá, aunque yo más bien tumbada de lado, con la cabeza apoyada en sus piernas, abrazándome a mí misma, haciendo una bolita. 

No sé cuanto tiempo llevamos aquí, pero eso no es algo que me importe mucho. 

- No digas eso amor. - responde, con pena. - No le has hecho nada como para que pienses eso. Está... en lo suyo. 

- ¿A ti y a Luckas os dirige la palabra? - pregunto, mirándolo a los ojos azulados, esperando una respuesta que no llega. - Sí que lo hace. 

Me lo ha dejado muy claro ante su silencio. Es mi problema. Soy yo. ¿Por qué? 

- Tal vez estás sacando conclusiones erróneas. - se apresura a decir, intentando enmendar su error. - A nosotros tampoco te vayas a creer que nos hace mucho caso y... 

- Se supone que es mi mejor amiga. - lo interrumpo. - Y no es por nada, simplemente que creí que teníamos la confianza suficiente como para hablar de nuestros problemas y ayudarnos mutuamente. 

Suspiro, encogiéndome aún más. 

No lo entiendo, no sé qué he hecho mal para su comportamiento tan distante. ¿Qué me está ocultando? ¿Qué no puedo saber y cuál es la razón de ello? Muchas más preguntas saltan en mi cabeza cuando pienso en esto, aturdida. 

Nunca pensé que me separaría de ella, al menos no de una forma tan extraña. 

- ¿Y si lo hace por tu bien? - habla de repente Peeta, llamando de inmediato mi atención. 

Frunzo el ceño y elevo la mirada, sin entender lo que quiere decir con esto. Cuando veo su expresión asustada, como si acabase de decir algo que no debía de haber comentado, todas mis alertas se disparan, entrecerrando los ojos y sentándome en el sofá, separándome de él. ¿Acaso también me están ocultando ellos dos algo? 

- ¿De qué estás hablando? - pregunto, o mejor dicho, exijo saber. 

- N-no sé de lo que hablas. Es una simple suposición amor, no estoy diciendo nada. - tartamudea. 

¿Desde cuándo tartamudea? Está nervioso, muy nervioso al parecer. ¿Qué está pasando? 

- Me vas a contar ahora mismo lo que sabes Peeta, o te juro que te dejo. - ordeno, cruzándome de brazos. 

En Llamas {Peeta y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora