Capítulo 15.

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PRINCESA ANYA.

—Utiliza un candelabro, suele estar en penumbras. —Zachary me señala los planos del castillo.

Ambos estamos en el carruaje, esto es uno de los intentos de sus padres de juntarnos. Sin embargo, en este momento es muy beneficioso.

—Me puedo ir luego de media hora, así no sospecharan.

—Yo les inventaré alguna excusa para hablar con ellos y...

Yo estaré ahí.

Por el rostro de Zachary puedo notar que aún no se ha acostumbrado a que el bosque irrumpa en nuestras mentes..

—Gracias. También le pediré ayuda a Jenephie con mi escape.

El príncipe asiente y enrolla con sus manos los planos.

—Por favor, con el más mínimo descuido o indicio de peligro. —Endereza su espalda—. Por favor, vete, corre, solo... aléjate.

Eso es imposible.

—Yo...

—Promételo, Anya.

Lo miro detenidamente a los ojos.

—Está bien, lo prometo.

Ambas sabemos que no lo cumplirás. —Mi ojos se mueven en dirección al príncipe, pero esta vez, pero por su postura, sé que no escuchó.

Al llegar al castillo, el salón donde se celebra el baile está repleto, la música alegre llena mis oídos. Las personas al vernos pasar se reverencian ante nosotros.

Al intentar tomar una uva de la mesa de bocadillos, presencie como mi mano temblaba. Con honestidad no comprendí que sucedía, ¿acaso tenía miedo de enfrentarme a esos rebeldes?

Una mano cálida envolvió la mía, de inmediato supe que era el príncipe Zachary.

—Creo que no es buena idea que vayas hoy. —Su pecho pegado a mi espalda me hizo entrar en un trance donde no terminé de comprender de lo que me hablaba.

Me giro chocando mi nariz con sus labios. Puedo jurar que éramos el centro de atención del salón.

—Retrocede, por favor.

Él acató mi orden, pero la distancia sigue siendo mínima.

—¿Te pone nerviosa estar cerca de mi? —Pregunta con sorna.

«Si»

—No, es solo que estamos en público.

—Pero eres mi prometida, no le veo lo malo.

—Tu y yo. —Nos señalo—. No hacemos esto.

—Bueno, entonces... ¿no «hacíamos esto» cuando me besaste? —Su sonrisa es imborrable.

Miro a mi alrededor asegurándome de que nadie nos esté escuchando.

Su cercanía a mi costado me estremece.

—Me encanta jugar, Anya, y sé que a ti igual, ¿sabes por qué? —Su aliento perfuma mi piel—. Porque cuando termine el juego solo lo hará más intenso.

Intento controlar mi respiración, apenas él decidió susurrarme.

—Majestades. —La voz de un hombre separa a Zachary de mi—. ¿Cómo están?

El hombre que debe tener unos treinta y seis años sonríe con diversión. Su brazo está enlazado con una mujer joven, castaña, ella me dedica una reverencia, al igual que al príncipe, pero hay algo en sus ojos al mirar a Zachary, pero este solo la saluda con una sonrisa de boca cerrada.

El bosque de Westfell.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora