Capítulo 18.

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PRÍNCIPE ZACHARY.


—¿Cómo pudiste dejarla hacerlo?

Escuchar la reprimenda de Eliot solo hace que suspire con hastío. Realmente no imaginé que Anya le terminaría contando a Eliot sobre su interrogación a los presos.

—... ¿Y si los asesinos de los presos la encontraban ahí?

Otro suspiro escapa de mis labios.

La princesa Anya que cree conocer Eliot, no existe, no es más que el estereotipo de mujer que él y su padre adoran idealizar en Anya.

—Ella tiene el mismo derecho que ustedes de preocuparse por su país, y usted majestad solo se lo tiene que agradecer. —Mi determinación al levantarme del sillón en el que Eliot me empujó apenas entro en mis aposentos es honesta.

—La enviamos a Westfell para protegerla, y solo la incentivas a buscar peligros.

—Rey Eliot. —Su nombre se desliza en mi lengua con veneno—. Anya no es una princesa que hay que encerrar en una torre, ella no es la damisela en apuros. —Me acerco a él—. Ella no necesita ser rescatada, ella puede protegerse sola.

—No hagas que tome medidas drásticas, Zachary.

—¿Qué vas hacer? Cancelar las relaciones con Westfell, sabes que a Avanya no le conviene. —Eliot no soporta ser desafiado, en eso nos parecemos.

»Ahora. —Acomodo mi chaleco alisando las arrugas que puedan haber—. Si me permite. —Él más que nadie sabe que mi sarcasmo no tiene límites—. Tengo un viaje en el que partir, junto a mi prometida.





2 de mayo de 1885.

Mechones dorados se escapan del perfecto peinado de Anya. Me aterra que algo tan simple pueda darme tanta paz.

La semana anterior estuvimos tan ocupados en nuestros asuntos y en los del palacio, que la única manera de vernos era en los desayunos y en algunas ocasiones, en la cena. De vez en cuando compartimos miradas de anhelo, curiosidad o deseo.

Hoy apareció en mi despacho con un vestido ligero, sin embargo, lucía espléndida. Sugirió escaparnos un rato en el bosque, y mi corazón habló primero, asesinando cualquier respuesta negativa. Anya me guío en todo el camino hasta llegar a un lago junto a una pequeña cascada, y esta vez es solo el sonido que nos acompaña. Anya juega con unos gatos, al tiempo que yo solo la aprecio.Trato de compararla con flores, retratos o pinturas, pero solo la limito, y no es lo que busco.

—¿Por qué solo me miras?

—Porque puedo hacerlo. ¿Te molesta?

Ella tarda en responder, pero con una sonrisa dice:

—No me molesta. —Anya se recuesta en el pasto cerrando los ojos mientras ralentiza su respiración—. ¿No te tiene preocupado los sacrificios?

Exhalo con fuerza.

—Un poco. —Imito su posición.

Los días que estuvimos ausentes en Westfell han transcurrido una variedad de sacrificios, toman animales o los mismos humanos sin importar la edad. Hemos podido capturar a los culpables de los atroces actos, pero aun no sabemos la razón. Con ayuda de guardias de mi confianza he intentado buscar algún apoyo de la bruja de Westfell, pero ha sido en vano, en especial por el saqueo que hubo en su hogar.

Anya ubica su cuerpo de lado y sostiene su cabeza con su mano, la otra descansa en el pasto, la vista es grata.

—Podrías dejar que yo hable con Pearl...

El bosque de Westfell.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora