La Luna yacía en lo más alto, reflejando su identidad en las aguas del Clan del Río.
Estaban dos gatos, uno plateado y uno de un color gris oscuro, que charlaban amistosamente mientras compartían lenguas; Ambos hablaban sobre el nacimiento de una nueva camada en la maternidad.-Serán unos excelentes guerreros, ¡me encantaría ser el mentor de uno de nuestros nuevos hermanitos! - maulló el felino de un manto casi negro, entusiasmado.
-A mí igual. Pero ahora debemos pensar en lo que nos encargo nuestra madre - comentó el otro.
-¿Qué cosa? - inquirió su hermano, sosteniendo una mirada ceñuda.
-¡Por el Clan Estelar, eres un cerebro de raton, Cola de Ébano! - exclamó el plateado, entre unas cuantas risas. -Madre nos pidió elegir a un hermanito y darle su nombre.
-¡Oh... claro! - ronroneó Cola de Ébano, algo avergonzado, pero inmediatamente cambió su cara. -¿Has pensado en alguno, Patas Plateadas? - dijo, envolviendo sus patas con su cola.
-Bueno, realmente no... - murmuró Patas Plateadas. -Es muy difícil de decidir.
Ambos machos, empezaron a optar por alguna cría, creando un profundo silencio que sólo se rompía por el ululeo de un búho. Después de un tiempo, los guerreros se observaron y asintieron a la misma vez.
-Yo pienso que deberíamos escoger a la más pequeña de todos.
-¿Te refieres a la atigrada? - preguntó el otro.
-Así es - afirmó Cola de Ébano.
-También pensé en ella. Y su nombre... Pequeña Dálmata - maulló Patas Plateadas, con una afectuosa sonrisa.
-Entonces está hecho: ¡Pequeña Dálmata es la elegida!
-Oh, ya llegaron... ¡Adelante!
Era la aurora siguiente de aquella medianoche. Los primeros rayos del alba hacían relucir los pelajes de los gatos mientras organizaban patrullas, como era de costumbre. Mientras en el otro lado, específicamente en la maternidad, estaban Cola de Ébano y Patas Plateadas con otra gata que poseía un hermoso pelaje claro y de un patrón algo atigrado.
Los hermanos se asomaron: Habían tres cachorros siendo amamantados. Dos de ellos eran idénticos, de un color oscuro como el de Cola de Ébano. Luego, a la derecha, estaba otra cría... Era la que habían seleccionado la noche anterior con el nombre "Pequeña Dálmata". Era de un manto blanco y atigrado, como el de su madre.
-Son bellísimos, ¿verdad? - ronroneó sonoramente la reina, mirando cálidamente a sus hijos. -En fin, ¿han decidido?
Ambos guerreros asintieron.
-Hemos elegido a ella - maulló Patas Plateadas, apuntando con su nariz a la única hembra de la camada.
-Su nombre será Pequeña Dálmata - dijo el otro, fijo en la cachorrita.
-Es un nombre muy lindo... ¡Y más para una cachorra que salió casi igual a su madre! - murmuró risueñamente. Acto seguido, comenzó a lamer delicadamente a los pequeños mientras estos daban maullidos tiernos y se arrastraban por el lecho de musgo, con sus ojos aún cerrados.
Patas Plateadas soltó una pequeña risa, pero su hermano seguía viendo a Pequeña Dálmata. Parecía hipnotizado.
-Cola de Ébano, ¿qué pasa? - masculló el gato plateado.
Su hermano no respondió.
-¡Despiértate, excremento de zorro! - insultó Patas Plateadas, dándole un zarpaso en la mejilla del otro felino.
-¡¿E...Eh?! - balbuceó el gato oscuro, medio embobado. -Por el gran Clan Estelar, ¡no...!
-¡Chist! Si van a pelear, vayan afuera - bufó la madre.
Los dos gatos lanzaron una mirada comprensiva y se despidieron de la reina con un dulce lametón en su cabeza.
Cuando se retiraron, Patas Plateadas se enfrentó a Cola de Ébano:
-¿Estás feliz? ¡Acabas de hacer que madre nos despachara! -. Su tono agresivo era algo escalofriante.
-¡Y lo lamento mucho! Pero primero, baja tu tono y déjame explicarte - gruñó el oponente.
-Bien... - musitó Patas Plateadas, relajando sus omóplatos y tomando asiento. -Te escucho.
El guerrero gris oscuro dejo escapar un suspiro, y comenzó a relatar:
-¿Sabes? Siento que con Pequeña Dálmata algo no anda bien. Cuando entramos a la maternidad y vi a aquella cachorra, sentí como si algo me estuviera diciéndome que me fuera. Me quedé paralizado. Estaba a punto de hablar sobre esto, pero entonces iba a sonar como un descerebrado y a madre no le gustaría para nada mi reacción. Tu ya tienes muy en claro que ella es algo sobreprotectora - agregó entre dientes, haciendo una mueca.
De un momento a otro, Patas Plateadas ya no parecía furioso. De hecho, Cola de Ébano veía como su hermano trataba de decirle mediante su expresión << Yo también lo eh sentido >>.
-Créeme que te entiendo... También lo experimenté. Solo que no fue justamente ahora - añadió, y Cola de Ébano irguió sus orejas con interés. -Cuando fuimos a las guaridas, en la anterior noche, recordé a Pequeña Dálmata. No pude conciliar el sueño por nuestra hermana, y mi mente me decía que podría pasar algo con ella. Desconozco si es algo malo o bueno.
Los machos se quedaron perplejos, inundados en sus pensamientos... ¿Como podían sospechar de una cachorra, y sobretodo de su hermana?
-¿Crees que estamos juzgando muy pronto? - se atrevió a preguntar Cola de Ébano, con una mirada sombría.
-No lo sé, pero probablemente sí - replicó Patas Plateadas, desviando su mirada, apenado.
Hubo un largo silencio incómodo, hasta que Cola de Ébano comentó:
-Patas Plateadas, creo que es mejor hablarlo en otro momento o en otro sitio. Algún gato podría escucharnos o, peor aún, nuestra madre... - murmuró, moviendo su cola de un lado a otro, desasosegadamente.
-Tienes toda la razón - coincidió su hermano. -En fin, cambiemos de tema. Esto lo conversaremos en la medianoche, nuevamente.
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Los Gatos Guerreros: Infancia Arruinada (PAUSADO)
FantasyTodo estaba en calma en el Clan del Río. Habían pasado lunas sin ningún combate con otro clan. Sin embargo, la paz no duraría para siempre... Pequeña Dálmata, una pequeña cachorra, tenía un sueño: Ser una noble y respetada líder que marcaría la hist...