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01. la vida la jodió, pero ya no
quiere estar triste.

—Pero mirá quien apareció—escuché una voz que reconocí prácticamente al instante y no pude evitar sonreír al ver quien me esperaba con los brazos abiertos.

Alejo.

Me acerqué para poder abrazarlo, ya que hacía mucho tiempo que no nos veíamos por culpa de las competiciones, la facultad y de una ruptura amorosa que había tenido hacía menos de un mes.

—No sabes lo que me costó convencerla—habló ahora Alma, mi mejor amiga de la infancia mientras rodaba los ojos al recordar todas las excusas que se había tenido que inventar para que viniera con ella a la joda que había organizado uno de los chicos—¿Podes creer que se hacía rogar la maldita? Unas ganas de joda tenía.

Solté una carcajada.
Tenía razón.

—En mi defensa necesitaba salir para ponerme en pedo después de todo el estrés que me esta generando la facultad y de haber llorado por el pelotudo de Nicolás.

Alejo no acotó nada al respecto, ni se interesó por saber que habia pasado con Nicolás porque el sabía el tipo de relación que teníamos y por donde iban los tiros.

—Bien ahí amiga, hoy nos la damos en la pera—comentó mientras me chocaba los cinco haciéndome reír,—Entonces, ¿Ya no estás más del anillo?

Negué.

—Llegó el momento de...

No llegó a terminar la frase porque un gruñido lo interrumpió y esto causó que todos los presentes alzáramos la cabeza en busca de quien se trataba.

Mauro.

Quien fulminaba con la mirada a su amigo como si supiera perfectamente lo que iba a decir.

—¡Delen loco! ¡¿Qué tanto hacen acá?!—chilló ahora Monzón saliendo de la casa, donde se organizaba la joda con una botella de fernet en la mano. Su semblante se relajó al verme y no dudó ni dos segundos en acercarse hasta mi para saludarme,—¡Juli!

Sonreí al escucharlo llamarme por la abreviación de mi nombre, ya que siempre se refería a mi con un "cabeza de" acompañado de alguna palabra ridícula, por lo que para mí era todo un logro que Lit me llamara "Juli". Después de unos segundos sentí como enredaba sus manos por detrás de mi espalda y me daba un fuerte abrazo elevándome un par de centímetros del piso.

Una vez separados, me ofreció un poco de la sustancia que tenía en la botella y como era de esperarse, acepté gustosa porque hoy me quería agarrar el pedo de mi vida.

Al parecer mi acción sorprendió tanto a Lombardo como a Monzón porque yo nunca tomaba, es más, no me gustaba.

—¿Qué onda boluda? ¿Te rompieron el cora?—cuestionó Lit con el ceño fruncido, ya que esa era la única justificación que había para que yo tomara una gota de alcohol.

Asentí haciendo una mueca y volví a tomar otro trago de la botella de fernet.

—Igual no tomes mucho Chuli, te puede hacer mal—informó ahora Lombardo mientras expulsaba todo el humo por su boca y me miraba fijamente. Lo miré con ambas cejas alzadas, sorprendida por su "preocupación".

raabta ; duki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora