mi suerte.

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El silencio de las madrugadas era especial, pero el de hoy era curiosamente insuperable, el frío de enero entraba por la ventana abrazando cada parte de mi cuerpo sin compasión y aún así mis manos no querían cubrirme, inerte, frente a una ventana que daba la vista a la absoluta oscuridad a la que ya estaba familiarizada, mientras mis pensamientos disociados divagaban en la nada, recordé que pronto iniciarían las clases y debía matricularme lo cual me producía el doble de ansiedad por no querer hacer nada pero a la vez tener que hacerlo.
baje la mirada a mis manos temblorosas acudiendo a mis compañeras nocturnas, mis pastillas de insomnio, aunque ya iba a amanecer, no quería lidiar con nada ni nadie, solo quería descansar. tome dos de ellas y cerré la ventana para por fin acostarme, guarde mis pastillas en la mesita de noche y solo basto un respiro profundo para caer en un sueño.

-

Así transcurrían mis días, dormía de día y deambulaba de noche, mi cuerpo dolía aún estando en reposo, era cansón pero aún así no quería cambiar mi rutina, me saltaba comidas, apagaba a diario mi celular y solo veía series las cuales por falta de concentración nunca terminaba, constantemente perdia la mirada en algo insignificante y mi humor era variable, un dia despertaba con energía y al instante la perdía, intentaba darme aliento a mi misma pero mi cabeza jugaba con mi propia voluntad. este era mi bucle personal, mi burbuja en una habitación donde ni el sol quería adentrarse, solo la oscuridad.
mi madre, Helene, no había mucho que hablar de ella, no la veia por días debido a su trabajo, vive en la clínica más que en su propia casa, ella es neurocirujano y ama su profesión mas que ser ama de casa lo cual es evidente teniendo en cuenta que no viene por semanas enteras. aunque en cierta forma me genera un poco de paz no tener que lidiar con sus reproches diarios de porque no sigo sus pasos y aseguro mi futuro con una excelente carrera como la de ella, siendo yo menos táctica con las manos estoy segura que sería la menos indicada para sostener un bisturí.
mi celular tenía varias llamadas perdidas de Helene, realmente tenía un serio problema con mi falta de interés por todo, pensaba devolverle la llamada pero no lo creí importante asi que opté por un mensaje el cual sabia que respondería muy tarde. más para mí desinterés. solté un largo suspiro y me propuse a darme una ducha para luego desayunar lo más simple y facil de hacer. cuando estaba animada para lograr mi cometido escuché varios golpes secos en la puerta principal que me hicieron sobresaltar, me había acostumbrado a la tranquilidad del silencio pero esos golpes me hicieron caer en cuenta que no vivía sola en el mundo, para mí desgracia. voltee los ojos y sali de mi habitación para bajar las escaleras y detenerme frente a la puerta de entrada, volvieron a tocar un par de veces y me arregle un poco el cabello enmarañado con mis dedos para luego abrir la puerta, ya conocía la manera en que esa persona desesperada tocaba sin parar.

Linn.

al abrir la puerta, una chica rubia de ojos prominentes que mascaba chicle de una manera casi desagradable pero excéntricamente sensual me miraba con enojo, lo cual la hacía aún más dramática.

—te pareces a Bella de crepúsculo cuando murió.

levantó la comisura de sus labios en forma de desagrado y pasó empujándome hacia un lado.

si, asi era Linn, odiosa por naturaleza.

puse los ojos en blanco y tire la puerta para ir tras ella.

—hola, inadaptada, ¿que haces aquí?

la saludo y sigo hasta el comedor en la cocina mientras ella se sentaba con glamour cruzando sus largas y perfectas piernas.
fui directo al refrigerador para ofrecerle una bebida gaseosa la cual aceptó inmediatamente porque es adicta a la coca cola igual que yo.

—Dianne, hoy es 11...

me miró a la espera de que recordara algo pero solo la mire sin parpadear demostrando mi despreocupación por sus palabras.

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⏰ Última actualización: Apr 19 ⏰

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