al fin

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Cuando escucharon el ruido de un coche, asumieron que Haru regresaba. Apenas había más personas hospedadas allí. Shima y Aki se fueron a su habitación antes de que Haru entrase al Hall del hostal.

Ren le esperaba de pie, mirando fijamente la puerta.

Nada más verlo, el rostro de Haru se iluminó. Ren le tomó la manga de la camisa:

-Haru, vamos a dormir.- Y lo arrastró hasta la habitación.

En la habitación

Al cerrar la puerta tras de sí, Haru tomó la barbilla del menor.

Al fin... Cuántos meses llevo esperando esto... Sentir los labios de Haru...Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Pero no sucedió.

Haru, mirándole fijamente, a pocos centímetros, acarició la mejilla de Ren y le dijo:

-Estoy tan feliz...- Y se fue al baño.

Ren se quedó atónito. Toda la gravedad cayó sobre sus hombros. Estaba tan sorprendido que esa emoción superaba a la rabia.

Simplemente arrastró los pies hasta la cama en silencio, se hizo un ovillo con la manta y escuchó el sonido de la ducha.

Cuando el grifo se cerró y la puerta del baño se abrió, Ren seguía observando la pared, sin moverse. Escuchaba los pies descalzos de Haru acercándose. Solo cuando estaba a menos de un metro, Ren giró su cabeza para observarle.

Llevaba una toalla blanca por la cadera y su bolsa de aseo en la mano. Vio su abdomen marcado, aún húmedo, y otro escalofrío lo recorrió. Encogió sus piernas.

Haru sonrió. Abrió su bolsa de aseo apoyándola en la mesita de noche que había junto a Ren. Este observó cómo sacaba de ella una goma de pelo y un bote de pastillas. Haru dudó, y volvió a guardar el bote. Se recogió con la goma el flequillo atrás, dejando su cara totalmente despejada.

-¿Esas son tus pastillas para dormir?- Preguntó Ren aún envuelto y acurrucado.

Haru se sorprendió por un segundo, y sonrió vencido:

-Veo que ya has hablado con los gemelos... Sí. Pero hoy no las necesitaré.- Su voz era dulce y calmada.

De repente, Haru se acercó al borde de la cama, desenroscó al pequeño de esa manta y se puso sobre él, sujetándole.

Los ojos de Ren brillaban. Entreabrió su boca.

Tan cerca su respiración... Sus brazos fuertes, sus clavículas reteniendo gotas de ducha... Su pecho desnudo.

Haru lo miró desafiante:

-Ren... DESVISTETE AHORA MISMO.-

No puedo controlar mi corazón, tengo el pulso a mil... Ren miraba al mayor buscando una explicación.-

Pero este continuó:

-¿Te parece normal meterte a la cama con la ropa de todo el día? No es nada higiénico.- Haru puso esa voz de hermano mayor que tanto molestaba a Ren. Este se puso rojo y lo apartó de encima de un golpe. Corrió a por la maleta a los pies de la cama y cogió bruscamente la primera camiseta que encontró.

Mientras Ren intentaba calmarse con respiraciones profundas para no darle un puñetazo al mayor, este le observaba desde la cama aguantando la risa.

Ren comenzó a cambiarse la camiseta de espaldas a la cama. Haru estudió con detalle la nueva constitución de Ren. Seguía delgado, pero claramente había desarrollado músculo. "Al fin y al cabo ya tenía 17 años."

Haru pensó en sí mismo a esa edad. "Ya era bastante adulto en aquel tiempo... ".

Pensó también que Ren seguía siendo más bajo que él entonces, pero que había crecido más de lo esperado.

Cuando Ren empezó a quitarse los vaqueros, Haru bajó lentamente la mirada. Se sorprendió a sí mismo fijado en los glúteos fuertes de Ren, y cuando su mente estaba a punto de descontrolarse, agitó la cabeza y se acomodó en la cama, recolocando la toalla que cubría sus caderas y muslos.

-Ren, ven aquí ya. No puedo esperar a dormir a tu lado.

Maldito Haru... me siento estafado. Pero... no puedo negarme a dormir junto a él en estas circunstancias.

Con solo una camiseta y unos boxers cubriendo su cuerpo, Ren se metió en la cama desde el extremo inferior, por debajo de la manta, hasta sacar su cabeza a la altura del pecho del mayor.

En ese mismo instante Haru lo abrazó.

-Haru... me aplastas.- No es cierto. Podría tener toda la nieve de Canadá sobre mí que no sentiría el peso, ni el frío. Solo puedo notar la inmensa paz que me produce su calor.

Ren subió la mirada y encontró esos iris que casi brillaban en la oscuridad. El aliento de Haru se iba acercando. Sus párpados, ocultando poco a poco esos ojos de color cambiante.

Ren cerró los suyos con fuerza. Y Haru, sin dejarle margen de movimiento, lo besó en los labios.

"Al fin", pensaron ambos.

Feliz, Ren se giró, dándole la espalda. Recolocó el brazo de Haru sobre su torso y le dio las buenas noches.

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Tiempo despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora