XXV.

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Aegon permanecía quieto en su lugar, tratando de repasar todo lo que había hecho en el último año de matrimonio con Jacaerys.

Jacaerys había dicho “tenemos que hablar”.

Y aquí se encontraba ahora, sentado en su cama en sus aposentos.

Totalmente confundido.

Vio ingresar a su esposo, en sus manos un ramo de flores, flores nube.

Aegon abrió los ojos sorprendido cuando Jacaerys se las extendió.

–Dijiste que tus flores favoritas son estas –murmuró Jacaerys en voz baja. Aegon quiso reír; Jacaerys era como un enorme oso, y ahora no parecía eso. –Me costó bastante dar con ellas.

–Son lindas, gracias –susurró Aegon.

Jacaerys tomó entre sus manos uno de los cortos cabellos de Aegon, soltó un suspiro nervioso antes de mirarle a los ojos.

–Necesitamos hablar, sobre nosotros.

Aegon permaneció quieto, sin decir ni una sola palabra, simplemente asintió para que Jacaerys supiera que lo escuchaba.

–Hemos tenido meses agitados, ya sabes. Sé que hemos tenido muchas, realmente demasiadas diferencias, pero realmente quiero que sepas que le agradezco a mi madre este matrimonio. No sé cómo lo tomes tú, un matrimonio político, una obligación para cumplir, o si de verdad he logrado al menos hacerte un poco feliz –murmuró en voz baja.

No había nada del gran heredero de la corona.

Jacaerys se sentó junto a Aegon en la cama, manteniendo la compostura mientras hablaba.

–Han sido meses difíciles, lo admito. Pero a medida que pasaba el tiempo, algo en mí cambiaba. De la animosidad inicial, pasé a valorar cada momento a tu lado. Incluso cuando discutíamos, incluso cuando tus caprichos me sacaban de quicio, había algo en ti que me atraía irremediablemente –dijo.

Aegon levantó una ceja con expresión de incredulidad.

–Oh, ¿así que ahora admites que mi encanto es irresistible?

Jacaerys le lanzó una mirada seria, pero con un brillo travieso en los ojos.

–No te confundas, no es tu encanto lo que me atrajo al principio, sino tu terquedad y tu determinación para desafiarme en todo momento. Pero a medida que profundizábamos en esta unión, descubrí facetas de ti que me sorprendieron. Tu lealtad, tu pasión, incluso tu sarcasmo me resultaron intrigantes.

Aegon fingió una expresión de ofensa.

–¿Intrigantes? ¿Acaso no te has cansado de mis sarcasmos todavía?

Jacaerys sonrió suavemente.

–Quizás al principio me exasperaban, pero ahora los encuentro… reconfortantes. Son parte de ti, parte de lo que me ha llevado a quererte, Aegon.

El aire se volvió más sereno entre ellos mientras se sumergían en un silencio reflexivo.

Aegon rompió el silencio con su tono habitual de cinismo.

–Así que, ¿todo este tiempo, mientras yo pensaba que te estaba irritando hasta la médula, en realidad estabas… cayendo por mí? Vaya, qué giro tan inesperado.

Jacaerys soltó una risa breve, aunque sus ojos mantenían su firmeza.

–No lo pongas tan melodramático, Aegon. Lo que intento decir es que te valoro, y estoy dispuesto a luchar por nosotros, por nuestra familia.

Aegon levantó una mano, interrumpiendo a Jacaerys con una sonrisa sarcástica.

–Sí, sí, muy noble de tu parte. Pero dime, Jacaerys, ¿cómo piensas lidiar con todo esto? No soy exactamente el modelo de esposo sumiso que podrías haber deseado.

Jacaerys se inclinó hacia él, su rostro serio pero suave.

–No necesito un esposo sumiso, Aegon. Necesito a alguien que me desafíe, que me haga mejor. Y eso eres tú. Aunque a veces me saques de quicio.

Aegon dejó escapar una risa amarga.

–Bueno, al menos somos claros en eso. Pero no pienses que por tus bonitas palabras voy a cambiar mi forma de ser.

Jacaerys lo miró intensamente.

–No quiero que cambies, Aegon. Quiero que seamos sinceros el uno con el otro. Que construyamos algo real, a pesar de todo.

Aegon suspiró, sintiendo una mezcla de emociones.

Miró a Jacaerys con un destello de preocupación en sus ojos.

–Hay algo que me carcomeo, Jace…–Aegon hizo una pausa, su tono volviéndose más serio.– ¿Cómo va el asunto con los Hightower y su sed de venganza por lo de Gerard?

Jacaerys apretó los labios, su expresión endureciéndose un poco.

–Los Hightower están furiosos, como era de esperar. Están exigiendo justicia, clamando por la sangre de cualquier Targaryen que puedan alcanzar. Pero he hablado con mi madre y con el rey. Estamos haciendo todo lo posible para contener la situación y calmar las aguas.

Aegon arqueó una ceja.

–¿Y crees que realmente lograrán calmarlos? Los Hightower no son exactamente conocidos por su paciencia o su disposición a perdonar.

Jacaerys asintió lentamente.

–Lo sé. Pero también saben que una guerra abierta no beneficiaría a nadie. Estamos ofreciendo compensaciones, intentando llegar a un acuerdo que les permita salvar las apariencias sin derramar más sangre.

Aegon soltó una risa amarga.

–Compensaciones. Como si el oro pudiera reemplazar la vida de Gerard. Ya veo.

Jacaerys puso una mano en el hombro de Aegon, su mirada firme.

–Sé que no es suficiente, Aegon. Pero es lo mejor que podemos hacer en este momento. No quiero más derramamiento de sangre. Quiero que nuestro hijo crezca en un reino en paz, no en medio de una guerra interminable.

Aegon se quedó en silencio por un momento, asimilando las palabras de Jacaerys.

Finalmente, asintió, aunque su expresión seguía siendo sombría.

–Está bien, Jacaerys. Confío en que estás haciendo lo mejor que puedes. Pero no bajes la guardia. Los Hightower no se detendrán fácilmente.

Jacaerys asintió, apretando suavemente el hombro de Aegon.

–Lo sé. Y no lo haré. Te lo prometo, Aegon.

–Hay algo más, Jacaerys –dijo Aegon, su voz bajando a un susurro. Miró a su esposo con una mezcla de preocupación y sospecha.– He visto a mi abuelo, mirarte de una manera extraña. Como si estuviera planeando algo.

Jacaerys frunció el ceño, la preocupación cruzando su rostro.

–¿Qué quieres decir, Aegon? ¿Has notado algo en particular?

Aegon asintió lentamente, sus pensamientos tratando de ordenar las imágenes que había visto.

–No sé exactamente qué, pero… hay algo en su mirada, algo calculador. Lo he visto hablando en susurros con algunos de sus hombres, y cada vez que te menciona, parece haber un brillo en sus ojos que no me gusta nada.

Jacaerys apretó los labios, su expresión endureciéndose.

–Otto Hightower siempre ha sido un hombre astuto y ambicioso. No me sorprendería que estuviera planeando algo para aprovechar esta situación.

Aegon se estremeció ligeramente, la preocupación por su seguridad y la de su familia aumentando.

–No podemos confiar en él. No después de todo lo que ha pasado.

Jacaerys asintió, su mirada seria y determinada.

–Lo sé, Aegon. Estaré atento. No permitiré que nada ni nadie nos haga daño. Prometo protegerte a ti y a nuestro hijo, cueste lo que cueste.

Aegon suspiró, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación.

Jacaerys sostuvo firmemente la mirada de Aegon, su expresión grave pero decidida.

–Aegon, escucha –dijo Jacaerys con voz firme, acercándose aún más a él.– Si Otto intenta algo en contra de nosotros, si siquiera piensa en poner en peligro a nuestra familia, te prometo que lo que le espera es la horca. No tendré piedad.

Aegon sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ante la intensidad de las palabras de Jacaerys. Aunque había una parte de él que aún dudaba y temía, también se sentía aliviado al ver la determinación en los ojos de su esposo.

–Jacaerys –comenzó Aegon, su voz temblorosa.– No quiero que esto nos consuma. No quiero vivir con miedo constante. Pero, sobre todo, no quiero que nuestro hijo crezca en un entorno de odio y venganza.

Jacaerys asintió, suavizando su expresión.

–Lo sé, Aegon. Y haré todo lo posible para asegurarnos de que no sea así. Pero también tengo que ser realista y tomar medidas para protegernos.

Aegon asintió lentamente, sintiendo una mezcla de agradecimiento y resignación.

–Está bien. Solo prométeme que, pase lo que pase, siempre estaremos juntos en esto. No importa lo que venga, enfrentaremos todo juntos.

Jacaerys sonrió suavemente y tomó la mano de Aegon, apretándola con firmeza.

–Te lo prometo, Aegon. Siempre juntos. No importa lo que suceda, no dejaré que nada nos separe.

Con esas palabras, Aegon sintió un peso levantarse de sus hombros.

"The dragon jewel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora