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Se estremeció bajo las sábanas y cerró los ojos con fuerza. No quería que sus suposiciones fueran ciertas.

Su cabello siendo tirado con tanta brusquedad provocándole jadeos de dolor y agonía.

—¿Estás despierto? — se escuchó en un susurro.

No pudo evitar incorporarse rápidamente en la cama. Un reflejo involuntario de huida, como hace un rato en los baños.

Su rostro bañado de lágrimas por las tortuosas intromisiones que desgarraban su interior.

—No voy a hacerte nada—declaró el alfa con suavidad—Cálmate.

El nudo rompiéndolo al moverse sin piedad dentro de su lacerada entrada.

Sin calmarse se recostó nuevamente intentando obedecer con una mueca de dolor al sentir el intersticio entre su cuello y hombro pulsar deliberadamente.

Los colmillos del alfa penetrando hasta la dermis de su sensible cuello mientras chorros de semen se disparaban en el cuello de su útero.

—Tranquilo, tranquilo, está bien. Mírame. — Heeseung pidió —Mírame, estoy en mis cinco sentidos, no haré nada malo, sólo quería venir a ver cómo estabas.

Lo único que deseaba era morir para que esa tortura terminara de una vez.

Una punzada de dolor recorría su cuello al haber realizado ese movimiento tan brusco.

Heeseung se sentó en la cama mientras Sunghoon descansaba en las almohadas recargadas en la cabecera semisentado.

No sabía desde cuándo las lágrimas empezaron empezaron a recorrer su rostro y cuando sus sollozos empezaron a dificultar su respiración pero es que ver al alfa en su cuarto había sacado a la luz aquél recuerdo que se encontraba reprimido profundamente en su inconsciente.

Heeseung al ver que el omega no dejaba de llorar y empezaba a hiperventilar se alarmó de sobre manera levantándose inmediatamente de la cama — Lo siento, lo siento mucho Sunghoon, no debí haber venido, yo sólo agh será mejor que me vaya — frotó su rostro con su diestra listo para girar la manija de la puerta, ahora tenía que buscar a un médico también.

Sabía que era mala idea aparecerse así como así en la habitación de Sunghoon pero siguió las insistentes súplicas de su estúpido lobo que ahora aullaba de dolor por haber puesto al omega en peligro sollozando de esa manera tan desconsolada.

—N-no te v-vayas.

El alfa paró en seco.

¿Había escuchado bien?

La voz entrecortada lo exaltó junto a su lobo y se giró para mirarlo.

Estaba mirando hacia las cobijas intentando regular su respiración sorbiendo su nariz y limpiando bruscamente con sus manos la humedad de su rostro —¿Q-qué se te ofrece a-alfa?

El corazón de Heeseung casi sobresale de su pecho y su lobo desgarraba su interior sin piedad al escuchar al hermoso omega llamarlo alfa.

Nunca en su vida sintió una sensación parecida.

Estaba cautivado.

Sunghoon se atrevió a levantar la mirada disimuladamente. Heeseung ya no tenía sucias las manos ni la cara, se había limpiado pero seguía llevando la misma ropa negra y su cabello algo desordenado. Su ritmo cardíaco se aceleró cuando notó su vista clavada en su cuello.

—La marca.

Lo miró nervioso, ¿y si lo reprendía por eso? Se molestaría y haría todo lo posible por romper su lazo y Sunghoon, él, moriría por el dolor de un lazo roto o simplemente seguiría con su vida en un mar de oscuridad para siempre.

crucifícame [heehoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora