Capítulo 10

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Me eché a llorar. Esta vez no pude contenerlo y me quedé inerte entre los fuertes brazos de Lauren que me tenían prisionera por segunda vez en tantos días. Me soltó las piernas e intenté escabullirme hacia atrás. Necesitaba un poco de espacio entre las dos. Debió de pensar que trataba de escapar de ella otra vez porque volvió a abalanzarse, derribándome de espaldas.

—Por favor —dijo Lauren con la voz ronca.

Luché con ella un momento, pero no tardó en dominarme, sujetándome la mano con fuerza por encima de mi cabeza.

—Por favor —sollozó.

Me quedé paralizada. Lauren estaba tumbada encima de mí, con el pelo colgando a mí alrededor. Noté que su estómago musculoso estaba pegado al mío y se movía entrecortadamente mientras Lauren sollozaba e intentaba recuperar el aliento a la vez. Noté que su corazón palpitaba con fuerza contra su pecho.

—Lo... siento... tanto... por favor —susurró. Sus ojos me rogaban que comprendiera lo que no parecía capaz de decir.

Me quedé debajo de ella, sollozando en silencio.

—No llores, lo siento tanto —susurró, apartándome el pelo de la cara—. Siento tanto haberte hecho daño. Por favor, no me dejes —rogó angustiada y luego bajó la cabeza y me besó desesperada pero suavemente en los labios. El beso fue tan suave que temí moverme por miedo a que desapareciera. Me quedé allí debajo de ella, atónita. De repente, cobré conciencia de todo... intensamente.

Las largas y fuertes piernas de Lauren estaban entre las mías. Mi ajada combinación no sólo se me había subido hasta la cintura sino que estaba completamente empapada. La pelvis y las caderas de Lauren estaban firmemente pegadas a mis partes más íntimas. Era maravilloso.

Lauren murmuraba suavemente en español. Las únicas palabras que entendía eran mi nombre y por favor. Aunque contaba con un extenso vocabulario malsonante en español, hasta ahora nunca había oído estas palabras susurradas contra mi cuello seguidas de dulcísimos besos.

Las manos que un momento antes me tenían presa ahora me acariciaban la muñeca delicadamente. Por fin los labios de Lauren volvieron a cubrir mi boca con toda la suavidad del mundo, permitiéndome apartarla si quería. No quise. No pude evitar el gemido que salió de mi garganta mientras Lauren seguía besándome suavemente y acariciándome la muñeca con las manos. Su cuerpo se estremeció sobre el mío y soltó mi boca con un jadeo.

Lauren se echó hacia atrás el pelo mojado y por primera vez le pude ver la cara. Parecía angustiada. En sus ojos había la misma expresión de anhelo y hambre que recordaba del baile. Parecía haber ocurrido hacía una vida.

Contemplé aquellos ojos hambrientos durante una eternidad hasta que volvió a tomar mi boca con la suya. Esta vez me abrió la boca: su lengua hacía cosas maravillosas con la mía. No pude evitarlo: volví a gemir en lo más profundo de mi garganta.

Esto causó la misma reacción en Lauren que antes: su cuerpo se estremeció y jadeó en mi boca. Las manos que sujetaban las mías por encima de mi cabeza me soltaron y bajaron suavemente por mi cuerpo, deteniéndose para acariciar mis pezones duros y erectos a través de la tela casi transparente de mi combinación de algodón. Me estremecí de placer cuando sus dedos calientes rozaron delicadamente mis pezones.

Sus manos siguieron bajando por mi cuerpo hasta que llegó a mis caderas desnudas. Se detuvo allí, acariciándome las caderas, instándome delicadamente a que me apretara más contra ella. Cedí a mis propios deseos y me apreté contra ella impaciente. Dejó de besarme y jadeó en mi cuello al tiempo que un fuerte estremecimiento volvía a sacudirle el cuerpo. La mano que me acariciaba y tocaba la cadera izquierda se acercó al nudo que mantenía cerrado su sarong empapado por la lluvia.

Fui a ayudarla con el nudo, cubriendo su mano con la mía, lo cual hizo que se detuviera en seco tomando aire con fuerza. Pensando que tal vez había hecho algo mal, yo también me quedé paralizada, dejando mi pequeña mano sobre la suya, mucho más grande.

Cerré los ojos, temerosa de haber cometido un error sin saberlo. Ella estaba suspendida encima de mí, con un brazo rígido junto a mi hombro, mientras la otra mano agarraba el nudo del sarong. Se quedó así paralizada un momento y luego oí su voz que me decía:

—Por favor, Camz... Por favor... —Se le quebró la voz y me di cuenta de que no había entendido que yo intentaba ayudarla a quitarse la ropa.

Aparté mi mano de la suya y le acaricié un lado de la cara y luego el sedoso y mojado cabello negro. Tiré de ella hacia mí para otro beso que nos dejó a las dos temblorosas y sin aliento. Lauren apoyó la cabeza junto a la mía sobre la arena compacta y mojada. Su respiración jadeante me acariciaba la oreja cálidamente.

—Por favor... —volvió a rogar sin vergüenza.

El ruego fue tan suave que casi no lo oí por el ruido de las olas al estrellarse y el delicado golpeteo de la lluvia sobre la arena compacta y endurecida.

Le cogí la mano derecha, la apreté con suavidad y la coloqué sobre el nudo. Luego levanté la mano hasta su espalda, suave y empapada de lluvia, y por fin hasta su nuca, donde froté delicadamente el músculo tenso y rígido que encontré allí. Volví la cabeza y le susurré al oído:

—Está... está bien... está bien, amor.

Noté que Lauren se ocupaba del nudo flojo que le sujetaba el sarong y luego se alzó para quitar rápidamente el paño de entre las dos. Se detuvo rígidamente por encima de mí, mirándome a los ojos. La miré a los ojos muy abiertos y ligeramente aturdidos y repetí:

—Está bien.

Vi que cerraba los ojos y se situaba entre mis piernas. Lauren subió por mi cuerpo hasta que nuestros sexos se apretaron íntimamente el uno contra el otro... Era maravilloso... Las dos soltamos un gemido simultáneo y nos quedamos quietas. Me quedé debajo de Lauren, rodeando su cuerpo con los brazos y las piernas y acercándola todo lo posible a mi propio cuerpo. Ella temblaba sin parar como si tuviera frío.

Se alzó y metió una mano entre nuestros cuerpos. Separó los labios de su sexo y volvió a echarse encima de mí. Sentí que su clítoris se frotaba contra el mío. Era totalmente consciente de la cálida agitación de la parte inferior de mi estómago, así como de la humedad sedosa que se deslizaba entre nuestros cuerpos.

Lauren empezó a mover las caderas despacio: nada existía salvo el placer que me estaba dando. Cada vez que se apretaba contra mí, sentía que se le estremecían las caderas y cerré los ojos con fuerza. No quería que esta sensación terminara nunca. Era vagamente consciente de mis propios gemidos y quejidos ásperos, pero no me importaba. No había nadie más que pudiera oírme y además, no habría podido evitarlo aunque hubiera querido.

Empecé a empujar contra Lauren al tiempo que ella empujaba contra mi humedad. Noté que el pelo que cubría nuestros sexos se enredaba y la sensación de piel contra piel al abrir más las piernas para que pudiera alcanzarme era la mejor. Gimió en voz alta mientras sus caderas seguían temblando antes de cada embestida, casi como si intentara controlar la cantidad de presión a la que me sometía. Mis manos, que le habían estado acariciando la espalda, empezaron a bajar hacia su trasero.

Agarré las firmes nalgas de Lauren con las manos y se las apreté y acaricié mientras ella seguía empujando suavemente contra mí. Era maravilloso pero me di cuenta de que Lauren se estaba controlando. No sabía si tenía miedo por mí o por ella misma pero yo no estaba dispuesta a ello. Me había enamorado de la fuerza tranquila y la pasión que eran Lauren Jauregui y eso era lo que quería. Jadeé al sentir que me acercaba a la cima de una cumbre que no sabía que había estado subiendo. Por instinto apreté las nalgas de Lauren con las manos y con todas mis fuerzas tiré bruscamente de ella hacia mí al tiempo que me apretaba bruscamente contra ella. Echó la cabeza hacia atrás y gritó mi nombre. Las dos caímos juntas por el precipicio y nos sumergimos en un mundo de placer palpitante.

Cerré los ojos con la intención de descansar un momento.

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7w7 Mueraaaaaaaaaaaan! Nos vemos luego :v 

La Isla (CAMREN Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora