Creciendo PARTE 2

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Travis estaba tratando de que Evie se acostara en la cama, la niña miraba atentamente su nueva habitación, no estaba decorada de una manera personal debido a que era demasiado pequeña para mostrar un interés fijo a algún tema o personaje infantil, el color blanco era mayoritario en la pieza, con sus juguetes, el armario con toda su ropa y zapatos se dirigió a abrir la cajonera para explorar y sacar algunas cosas.

—Evie, no es momento de ver esto, podrías hacerlo mañana— Travis trataba de convencerla. —Vamos a la cama, nena—

Ella negaba con la cabeza riendo, entró al armario para ver toda su ropa colgada y se metió, lanzando los zapatos afuera.

—Ev, es hora de dormir— el enorme hombre sacó a la niña del armario y ella se puso a gritar.

—¡Ahhh!, ¡No! — gritaba.

—Evie, shhh, tenemos visitas—

—¡No, no! — lloraba.

—Nena, no, calma— la bajó de nuevo y ella de inmediato se calló. —Evie, ven— la tomó de nuevo y la subió a la cama. —Mira esto, Evie— agarró la manta de su cama y se la puso en la cara, haciendo movimientos graciosos. —¡Boo! — se quitó la manta.

—¡Ahh! — la bebé reía divertida, aplaudiendo.

—Bien— rio y continuó el juego.

Taylor cruzó el pasillo pronto. —¿Qué sucede aquí? —


La rubia entró rápidamente a la nueva habitación de su hija, para encontrarse con una escena totalmente enternecedora, su esposo estaba jugando con su bebé, el enorme hombre se colocaba la manta de la cama para taparse la cara y luego se la quitaba para aparecer de nuevo a la vista de la pequeña con el típico "Boo", en un tono de susto divertido.

Iba a ignorar el hecho de que en toda la recamara se encontraban rastros de lo que parecía ser el huracán Evie Kelce explorando su nueva habitación, la pequeña sacó todo lo que hubo en su paso, zapatos, ropa, juguetes, que se veían revueltos en el piso blanco de la habitación.

—¡Boo! — Kelce se quitó la manta de la cara y la pequeña se tiró a reír a carcajadas, gritando.

—Dios mío, pensé que lloraba— Taylor se relajó.

—Es que no quiere quedarse en su cama, así que tuve que pensar en algo que la entretuviera y que se quede al menos arriba, pero puedo hacerme cargo, tranquila— Travis dijo seguro.

—Ok, está bien— la rubia rio y se acercó a su bebé para darle un beso. —Hasta mañana, bebé— luego besó a Travis. —Te veo en la cama— le guiñó el ojo.

—Mierda, Tay, no me hagas esto— podía sentir la desesperación por ir con ella.

—¡Travis!, no digas esa palabra— no quería que sus hijos repitieran las malas palabras, les sería difícil quitarles el hábito si llegaban a decirlas.

—Mierda, es verdad, ¡De nuevo!, que idiota, ¡Ah!, ¡Lo siento! —

—Será mejor que me vaya— se fue riendo.


Taylor salió lentamente de la habitación, se devolvió a la de Charlie para asegurarse de que seguía en su cama, él estaba ahí, durmiendo tranquilamente, podía ver esos rizos cortos salir de la manta, abrazado de la misma, con esas pequeñas manitas aferradas que siempre piden que ella o Travis lo carguen, sus hijos estaban creciendo y no podía detener el tiempo, se debía atener a disfrutar y hacer especial cada día de su existencia, ellos lo merecían, ¿Qué hubiera pasado si ella nunca hubiese sido capaz de dejar la enorme prisión mental que le causaba Alwyn?, ¿Qué hubiera pasado si ese bebé que estuvo a punto de ser y nunca fue, estuviera aquí?, probablemente nunca se habría topado con Travis, era un dolor enorme el haberlo perdido, pero agradecía infinitamente que tal vez... Ese bebé hizo lo que tenía que hacer, aparecer un lapso corto de tiempo donde ella descubriera cuál era su lugar, a no aferrarse a un hombre quien amaba solamente su parte derrotada y oscura, pero jamás la brillante.

Eres mi juego finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora