Madame Butterfly

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Armando se sorprendió cuando Beatriz salió del probador, por un instante pensó que, debido a la ocasión se colocaría alguna prenda más cómoda, sin embargo, ésta portaba un vestido tipo blazer de color negro que de alguna manera, gracias a que había soltado sus rizos, lograba disimular las vendas que traía en el cuello; para completar el look llevaba los mismos tacones color plata oscura con tintes cobrizos que anteriormente portaba.
Cuando quiso reaccionar, ella ya había pagado.

—Se suponía que sería un regalo de mi parte —añadió tras incorporarse a su lado.

—Suerte para la próxima —dijo ingresando al auto.

Él soltó una sonrisa y después le indicó al chófer a dónde ir. Al llegar se encontraron con un gran cumulo de gente.

—Vamos primero al jardín y después recorremos las tiendas —comentó e inconscientemente la tomó de la mano para guiarla.

Beatriz no puso resistencia, la mano de él era cálida e incluso suave; entonces, notó que algunas personas de su al rededor se tomaban el tiempo para observarla, no solo a ella sino también a Armando, incluso llegó a escuchar comentarios en mandarín y en inglés, algunos halagando el porte de ambos y otros tachándoles de ridículos. Repentinamente Armando volteó a verle, se veía normal, como si nada le estuviera molestando.

—Espera aquí, voy a comprar los tickets.

A decir verdad, había mucha gente para el gusto de Beatriz, el barullo en cierta medida era agotador, aunque no tanto como escuchar los susurros hechos con afán de lastimar. Armando volvió con los boletos y solo bastó que ambos atravesaran el umbral de la entrada para que Beatriz sintiera como si la hubiesen transportado a un mundo diferente, el silencio que los había envuelto era increíble, un poco lejos se escuchaba cómo el agua caía y cómo el aire soplaba las hojas de los árboles.

—¿Cómo...? —inició ella, pero se cubrió la boca porque sintió que había perturbado la tranquilidad.

—Hace tiempo había venido a Shanghái, no estaba pasando por un buen momento, quería aclarar mis pensamientos y al final terminé aquí —susurró.

Después de escucharle ella se hincó con cuidado cerca de un pequeño estanque y se quedó pensando.

—De haber sabido que existía esto... habría venido muchas veces.

—¿A aclarar tus pensamientos? —dijo colocándose a su altura; ella asintió.

—Y a no escuchar a nadie... Afuera la gente dice tanto que cansa.

Él asintió y la acompañó admirando cómo los peces naranja iban de un lado a otro; y aunque estaban envueltos por el silencio, no era incómodo, al contrario un aire de paz se había formado.

—¿Aún te duele? —preguntó Armando apartando con cuidado sus rizos para revisar su cuello, ella le miró con prontitud y su corazón comenzó a latir de prisa, él estaba muy cerca. De inmediato le evitó la mirada.

¿Quién eres? || Betty en NYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora