Los mejores amigos deben estar en las buenas y en las malas, eso pensó JungKook cuando TaeHyung se casó con el "hombre perfecto" para él.
¿Qué sucede cuando no lo es?
¿Qué pasa cuando HaJoon ya no es el hombre perfecto que conoció?
JungKook tendrá...
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Su vida giraba entorno al poder.
Tenía en la palma de su mano todo lo que quería.
Un doncel con rostro perfecto en casa, un hijo en camino y el empleo para el que trabajó "duro" porque no importaba el precio que todos pagaran, mientras él estuviera al mando, estaba bien.
Lástima que todo puede cambiar en un parpadeo.
El olor a humedad lo hizo reaccionar, estaba muy mareado, su cuerpo estaba entumecido y apenas podía recordar que había pasado.
Cuando abrió los ojos, todo a su alrededor estaba borroso.
Era obvio que la situación en la que se encontraba no lo beneficiaba en nada. Estaba sentado en una silla con las manos atadas.
Había sido privado de su libertad.
—Despertaste.
La figura salió de la oscuridad y una luz tenue alumbró el lugar. Su visión recobró la claridad y logró ver a quien se acercaba a él.
—¿Tú?
—No pareces asustado.
HaJoon soltó una risa. Le resultaba divertida la situación.
—Yo no soy el que está amarrado. —acomodó sus gafas y luego cruzó sus brazos.
—¿Qué quieres? —pregunto directo. —Acabemos con esto rápido. Debo volver a casa, con mi doncel, lo sabes.
JungKook apretó su gesto.
—Vas a pagarlo HaJoon.
—¿Exactamente qué? Ratoncito de biblioteca. —siguió con su actitud egocéntrica. —Si no pudiste mantener a TaeHyung junto a ti, menos podrás hacerme algo a mí. —dijo con seguridad. —Pero ya que estamos a solas, puedo confesar lo mucho que disfruté verte el día de mi boda, llorabas como un pequeño cachorro en busca de su madre. —soltó una carcajada. —¿Disfrutaste ver como desposaba y me cogía a tu mejor amigo? TaeHyung siempre fue un adorno hermoso, no lo voy a negar.
—No sabes una mierda de TaeHyung. —apuntó. —Vas a pagar cada palabra, Park HaJoon, vas a vivir en carne propia cada lágrima que lo hiciste derramar.
HaJoon no era estúpido, entendía la situación.
—Parece que «Kookie» llegó al rescate. —sonrió con suficiencia. —No tienes los suficientes, JungKook. Eres un indefenso aburrido. Los niños buenos van a casa temprano, Jeon. Tú y yo sabemos que no eres capaz.
JungKook colocó ambas manos en su cadera. Incluso si HaJoon fuera quien estuviera atado, seguía con ese aire de superioridad que muy pronto de se esfumaría.
