CAPÍTULO 28 - PRUEBAS

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Jade no se había llegado a quedar dormida. Esta segunda misión nocturna a la que se iban a enfrentar le trajo recuerdos de su primera aventura en las mazmorras secretas, cuando tuvieron que derribar a Filch y casi provocar su expulsión. Además, había alguien dando vueltas por el dormitorio desde hacía media hora, las cosas se iban a poner difíciles si se iba a tener que enfrentar a alguna de sus compañeras de curso para escapar de la sala común. Tampoco se atrevía a asomar la cabeza entre las cortinas de su cama para ver de quién se trataba, en el fondo confiaba en que fuera quien fuese sólo estaría teniendo un pequeño episodio de insomnio. La hora de partir estaba cerca, Jade y los demás se reunirían esta vez directamente en el pasillo del tercer piso para evitar distracciones. Peeves y Nicholas estarían montando guardia por la zona y tratarían de advertirles si algo iba mal. Aún no se acostumbraba del todo a que el poltergeist más odiado por todos en la escuela se hubiera convertido en un aliado tan eficaz.

Escuchó la puerta del dormitorio abriéndose lentamente y unos pasos abandonaron la habitación. ¿Había alguien más pensando en escapar de la sala común esa noche? Esperó un par de minutos para asegurarse de que no regresaba y decidió que era buen momento para abandonar la cama y empezar a moverse. Se asomó al rellano de la escalera, desde donde pudo escuchar varias voces conocidas.

—¿Todo listo? —preguntó Hermione en voz baja.

—Sí, tengo la capa y nos hemos asegurado de que nadie nos viera. —le respondió Harry.

—Un momento, ¿quién está ahí?

Jade se arrojó al suelo, temerosa de que la hubieran visto. No obstante, fue la voz de Neville la que se dio por delatado. No se atrevió a mirar por la barandilla por miedo a ser descubierta, pero podía escuchar la conversación con claridad.

—No voy a permitiros salir esta noche. —Neville parecía molesto. —Vais a volver a costarle puntos a Gryffindor.

Algo había escuchado al respecto. Harry, Ron y Hermione habían sido pillados fuera de la cama unas semanas atrás y habían tenido que cumplir un castigo. Atwood tenía razón en que esos tres tramaban algo, pero dado que no habían incluido a Jade en sus planes, ella había decidido quitarse del medio. No es que Hermione ya no fuera su amiga, sólo había escogido otro grupo con el que vivir aventuras. ¿Acaso no había hecho ella lo mismo?

—Neville, lamento mucho tener que hacer esto. —¿Qué iba a hacer Hermione? Jade escuchó el sonido de algo rozando una tela. —Petrificus Totalus.

Un ruido sordo fue la única respuesta que captó Jade. Tras eso, ruidos de pasos dirigiéndose a la salida de la sala común y el cuadro de la entrada abriéndose para ellos. Jade esperó un par de minutos como había hecho en el dormitorio antes de bajar las escaleras. Como había supuesto, Neville estaba petrificado en el suelo con la sorpresa congelada en su rostro. Probablemente aun no podía verla por la posición en que había caído, pero seguro que la escucharía si hablaba con él.

—Tranquilo Neville, todo estará bien. —Hubiera sido más fácil no decir nada y pasar de largo, pero se imaginaba lo mal que lo estaría pasando el chico en ese momento. —Creo que el efecto de ese hechizo no dura mucho. Seguro que Hermione y los otros no querían hacerte daño.

Aun así, ella no iba a ser la que lo salvara. Por mucha pena que sintiera por el muchacho, sería un error liberarlo del hechizo. Al fin y al cabo, él había intentado impedir que los otros salieran de la sala común y haría lo mismo con ella. Pasó por encima del muchacho, procurando no volver a mirarle. Sentía pena por él, pero tampoco tenía motivos para recrearse. Salió al pasillo del séptimo piso y casi sufrió un infarto al escuchar que alguien le llamaba.

—Jade, ¿todo bien? —La voz de Nicholas era un murmullo, probablemente para evitar que los demás cuadros despertaran.

—Sí, ¿has visto a los otros que han salido?

Wizarding World: El Ataúd de WiggenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora