Las semanas pasaron y Lea cada vez balbuceaba mas. Ya con siete meses de edad se había ganado el corazón de Pier y toda su familia. De todos modos, Ryan seguía siendo sumamente reservado en todo lo que tenía que ver con ella. No le gustaba que la tomaran o le dieran de comer. Y no soportaba que le hablaran como si ella fuera estúpida.
El llanto de Lea lo despertó y acudió rápidamente. Ryan no sabía qué hacer. Sabía que lo que le molestaban eran los dientecitos que comenzaban a hacerse visibles. La tomó en brazos e intentó dormirla pero fue imposible.
-Por favor, Lea.-pidió.- Tenes que dormir, mi amor.
Pero ella seguía llorando y llorando. La llevó hasta su habitación y se sentó con ella en brazos. En un momento, guardó silencio y empezó a balbucear.
Ryan se asustó ante esa reacción tan repentina de ella y volteó. Lea clavaba sus ojos en el espejo y movía sus manos hacia allí. Él rió y se encaminó hacia el lugar. Tomó asiento y dejó que ella jugara con su reflejo. Lea volteaba y lo miraba señalándose a ella misma reflejada y eso lo volvía loco. Cada pequeña cosa que ella hacía lo volvía loco, era tan hermoso verla crecer día a día a su lado.
La pequeña se paró en las piernas de él y Ryan la sujetó mientras ella se acercaba al espejo y reía. Estuvo un rato así hasta que volvió a sentarse y, finalmente, se durmió.
-Sos hermosa.-sonrió él y la acostó a su lado en la cama.- Simplemente hermosa.
Y así se durmió él también, recordando cuando la tuvo por primera vez en brazos, cuando abrió sus ojos, cuando rió, cuando lloró. Recordó la primera vez que le pidió upa. La vio con juguetes en la boca, tirando la comida, balbuceando, riendo, llorando, jugando. Se durmió amándola un poco mas con cada recuerdo.
Su reinita, su bebé, su único amor. Con apenas siete meses había logrado derretir su corazón de hielo. Se había metido por debajo de sus muros y él no había puesto resistencia alguna porque, cuando la vio por primera vez, supo que la amaría por el resto de su vida.
ESTÁS LEYENDO
Arreglos
Teen Fiction-¿Qué vas a decirle cuando pregunte por su madre? -preguntó ella. -La verdad. Que estás muerta.-respondió él y apretó el gatillo. Hay secretos con un alto precio. Ella ocultaba algo, él lo sabía. Lo único que pedía a cambio de su silencio era no te...