22- FELICIDAD A MEDIAS

84 15 11
                                    


Luego de varios intentos de salir, en los que Piero me detenía para volver a apoderarse de mis labios.

Al salir la mirada de Paula recayó en Piero, con un tono de amor que era más que notable. Me giré para ver la dura expresión hacia ella.

Por primera vez me vi en su reflejo. Por ninguna circunstancia quiero estar en su situación, enamorada de un hombre que no la determina, por lo menos no como ella quisiera.

Piero relajó su expresión, le sonreí a Paula sinceramente, ella me devolvió el gesto.

Una hermosa chica, de cuerpo perfecto y grandes atributos, salto a los brazos de Piero que sostuvo y de inmediato la bajo.


—Mi amor, quise venir a sorprenderte y robarte unas horas.


El beso en la comisura de sus labios no me pasó desapercibida, Paula y yo nos miramos, queriendo saber quién era la recién llegada.

La chica nos saludó amablemente, sin siquiera conocernos. Me despedí, y salí lo más rápido que mis piernas me lo permitieron, antes que el elevador cerrará, lo vi entrar con la chica a su oficina.

Las dudas incrementaron y, por dentro me decía que el estar tan cerca de Piero O'kelly, me pasaría factura.

Como una mala racha, me encontrarme de frente con la madre de Piero.


—Mi mala suerte, encontrarme con la mustia.

El desdén de sus palabras, cómo si tratara con la peste.

—Buenas tarde y, permiso.

Pase por su lado para evitar que siguiera ofendiéndome.

—¿Quieres hacerme un favor? — me gire sin contestar, esta vez no me libraría —. Aléjate de Piero, que su novia ha vuelto, y puede malinterpretar la lástima que él te tiene.


Se alejó con una sonrisa victoriosa.

¡Es su novia! No, seguro hay un malentendido.

Mi corazón dolía, si eso llegará a ser verdad, sería el principio de mi sufrimiento por haberme enamorado de alguien inalcanzable para mí.



***

El día del evento había llegado, estaba emocionada, igual que nerviosa por fallarle a Naira. Me di una última mirada en el espejo, Naira me había hecho llegar un enterizo color negro, sólo solía usar vestidos y esté atuendo ceñido a mi cuerpo me resultaba un poco incomodo, pero supongo era cómo un uniforme ya que las demás chicas usaban faldas negras y camisa blanca.

Había optado por no preguntarle a Piero sobre la chica que su madre aseguraba era su novia, pensé que él lo diría sin que fuera necesario pasar por la penosa necesidad de saber quién era en realidad, pero como lo había mencionado antes, me alejaría si era necesario.

Al bajar tuve la esperanza que el estuviera esperando por mí, pero no, tal vez ni siquiera se acordaría.

Al llegar al sitio del evento todo estaba elegantemente decorado, Naira esperaba por mí, llevándome a donde tenía que instalar las cámaras que grabarían mientras yo tomaba las fotos.

El momento había llegado, el novio impaciente, espera aun lado del altar, lo enfoque al ver su alegría cuando la música que anunciaba que la novia haría acto de presencia en cualquier momento. La sonrisa de la mujer enfundada en un hermoso vestido blanco era de envidiar, mucho más esa mirada cómplice y cargada de amor. Amor que no podían ocultar.

LA PUREZA DE SU MIRADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora