23. Abril

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No estaba preparada para la conversación que debíamos tener Andrew y yo

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No estaba preparada para la conversación que debíamos tener Andrew y yo. Viendo el estado de nervios en el que se encontraba, sabía que lo que me dijese me molestaría o me dolería de algún modo.

Se había sentado con la espalda apoyada en el cabecero de mi cama para estar más cómodo; yo me senté a su lado con las piernas cruzadas mirándole fijamente e intentando descubrir qué se le estaba pasando por la cabeza en esos momentos.

Cerró los ojos y tras un largo suspiró los volvió a abrir. No me miró, no me sonrió. Estaba serio y su mirada estaba perdida en la pared que teníamos al frente.

—Como comprenderás para mí es muy difícil decirte esto, por eso te pido que tengas paciencia y me dejes terminar, por favor.

Asentí, no se si me vio debido a que rehuía todo el rato mi mirada, pero volvió a suspirar y se dispuso a contarme qué era lo que le preocupaba tanto.

—Todo empezó cuando volví a Londres después de... de nuestra ruptura. —Se le rompió la voz y entonces carraspeó para aclarársela—. Estaba... perdido, decir que estaba triste es quedarse corto porque lo que sentía era peor, muchísimo peor. No dejaba de darle vueltas a todo, preguntándome dónde había fallado, qué había pasado para que todo terminase así. Lío no se separaba de mí, pero un día me dejó solo porque le salió algo importante y aquel día abrí la nevera, había varias cervezas y pensé que beber alguna no me haría daño. El problema era que después de la primera abrí la segunda, después la tercera... y entonces me di cuenta que gracias al alcohol dejaba de pensar en todo. Dejaba de pensar en la ruptura, en los motivos y... —suspiró hondo y entonces encogió las piernas, se las rodeó con los brazos y escondió su cara en ellos—... en ti.

En mi. Quería dejar de pensar en mí. No lo culpaba, si lo hiciese sería una hipócrita. Pero eso me dolió un poco a pesar de que yo misma había querido olvidarle.

—Al darme cuenta de ello pues... me dejé llevar. Empecé a beber como jamás lo había hecho, escondía botellas debajo de la cama para que Lío no las encontrara y me las bebía por la noche. Enteras, yo solo. Estaba tan mal que Lío llamó a la caballería y un buen día aparecieron en el piso Rick, Keyla y Mara. Los cuatro se volcaron en mí e insistieron para que nos centrásemos solo en la música, yo quería intentarlo porque para eso había ido a Barcelona pero me costó muchísimo. Ya te habrás dado cuenta de que todas las canciones hablan de ti, así que fue muy difícil empezar a trabajar con esas canciones, insistí en no poner ni una en la maqueta, insistí en escribir nuevas canciones. Probamos en escribir una nueva canción pero fue un absoluto desastre, así que ellos se plantaron y me dijeron que o era con las canciones que ya habíamos escrito o no pensaban grabar ninguna maqueta. Al final accedí. Y... no te haces una idea de lo complicado que fue, cantar esas canciones en el estudio de grabación, mientras tenía el corazón roto por... por haberte perdido... yo... —se le volvió a romper la voz y cuando vi que estaba sollozando, me acerqué a él y le acaricié el cabello para relajarle—. Joder, debería haber salido detrás de ti.

Siempre nos quedará Edimburgo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora