CAPÍTULO 53 Los Kelce heredan la locura

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Los Kelce Swift estaban llegando a Philadelphia, aunque Taylor no vivió ahí y no nació tampoco en ese lugar, le causaba nostalgia, el venir del estado de Pennsylvania también le traía siempre recuerdos, esperaba alguna vez hacer una parada para recordar y observar su antigua casa de la infancia, pero eso no sería ahora.


El personal de seguridad de la cantante se preparaba para bajar del avión, siempre tenían que estar alerta, debido a que cualquiera podía rastrear las rutas que este tomaba, en ese instante todos los que la buscaban de manera obsesiva, específicamente, los medios de comunicación de chismes, es quienes sabían de su paradero. ¿Qué estaría haciendo la cantante el Philadelphia?, era claro que pasarían el día o los días en la casa del hermano de Kelce.

Jason Kelce era alguien muy querido por los habitantes del lugar, un jugador estrella, a pesar de que ahora se encontraba retirado, todos lo apreciaban y guardaban con un cariño especial.


El clima ha sido de temperatura baja en Philadelphia los últimos días, afortunadamente eso era un punto a favor del matrimonio, podrían cubrir a sus hijos con una manta para bajar del avión.

—Charlie, es hora de irnos— Taylor cargaría a su hijo, para que Travis pudiera hacerlo con Evie, ella solía molestarse cuando intentan taparle la cara y lanzar patadas a diestra y siniestra.

Charles no se negó, a él le gustaba mucho estar en brazos de sus papás, así que fácilmente se dejó cubrir por aquel pedazo enorme de tela y recargándose en el hombro de su mamá, se puso cómodo, además de que los viajes lograban marearlo, era demasiado pequeño para darle algún medicamente que lograra controlar esos incómodos malestares viajeros.

Evie por su lado, ya estaba en brazos de su papá, previendo lo que iba a suceder, ya la estaban cubriendo con una manta al igual que a su hermano y eso no le gustaba para nada, ¿Por qué querían cubrirle la cara?, ella quería ver todo, no le agradaba, negaba con la cabeza agitando los pies. —No—

—Nena, sabemos que odias esto, pero es necesario— Travis trataba de convencer a su hija de un año que es lo que debe hacer.

La pequeña se puso a llorar, el simple hecho de que la obliguen a hacer algo la ponía de malas. —¡No! — manoteaba tratando de quitarse la manta.

—Evie— Taylor la trataba de convencer de igual modo. —Serán solo unos minutos en lo que vamos a la camioneta, por favor—

Pero ella ya estaba gritando y llorando, cubierta por la manta, Kelce odiaba obligar a sus hijos a hacer cosas que les incomodaban, pero era necesario algunas veces, como está, por ejemplo, tuvo que tomar los brazos de su hija y presionarlos un poco contra su cuerpo para bajar rápidamente del avión. —Lo siento, nena—


Bajaron del avión con Evie llorando, bajo la manta, Charles sintiendo ganas de vomitar, y un caos inminente que se avecinaba, de manera pronta llegaron a la camioneta que iba a trasladarlos, Travis no iba a conducir, necesitaba emplear su concentración en que sus hijos no vincularan el hecho de viajar a ver a su familia con algo malo, así que deseaba ir con ellos en la parte de atrás para hacerlos sentir mejor.


Encontrándose al otro extremo del país, podían notar el cambio de temperatura gigante, no cabía duda de que era el clima ideal para quienes odiaban el calor y el sol, Charlie estaba acurrucado en los brazos de su mamá, ya era un hecho que él siempre se iba a marear en los viajes, tal como su madre.

—Oh, Charlie, lamento lo mal que debes estarte sintiendo ahora— abrazó a su bebé, al no hablar y poder comunicar los malestares que estaba sintiendo, sería complicado atacar el problema por completo, cuando fuese más grande lo solucionarían, por ahora, debía resistir los síntomas incómodos.

Eres mi juego finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora