El Espantapájaros

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La noche, cómplice silenciosa, ocultaba secretos y monstruos que acechaban en cada esquina, esperando el momento perfecto para atacar. El toque de queda impuesto sobre Jump City era un recordatorio constante del nuevo villano que atormentaba sus calles. Los Titanes, decididos a detenerlo, se dividieron para cubrir más terreno. Robin se dirigió al centro, Starfire al este, Chico Bestia al oeste, Cyborg permaneció en la torre vigilando las cámaras, y Raven, guiada por el último avistamiento del villano, se adentró en el antiguo cementerio a las afueras de la ciudad.

El lugar, con su aura lúgubre, le provocó escalofríos. Un presentimiento la urgía a salir de allí cuanto antes. A lo lejos, una figura de espantapájaros, que parecía observarla con macabra atención, se alzaba entre las estatuas derribadas de las tumbas. Con cautela, Raven avanzó mientras el aire frío azotaba su capa, como si la propia oscuridad intentara disuadirla.

"Concéntrate, Raven," se dijo a sí misma, intentando acallar el miedo que le susurraba al oído. "Es solo un cementerio. Piedras y huesos viejos. Nada que temer."

Pero su mente no cooperaba. Imágenes de espectros y criaturas de la noche danzaban en su imaginación. "No seas ridícula," intentó razonar. "Los fantasmas no existen. Son solo cuentos para asustar niños."

Sin embargo, el escalofrío que recorría su cuerpo le decía lo contrario. "Quizás sea solo el frío," pensó, encogiéndose dentro de su capa. "O tal vez..." No se atrevió a terminar la frase. La posibilidad de que sus poderes empáticos estuvieran captando la maldad residual del lugar era demasiado inquietante.

"No te dejes llevar por las emociones," se reprendió. "Mantén la mente clara. Debes encontrar al villano."

Con cada paso que daba, la sensación de ser observada se intensificaba. Sus ojos se clavaron en el espantapájaros, cuya silueta se recortaba contra la luna pálida. "Solo es una figura inofensiva," se repitió, aunque su voz sonaba cada vez menos convincente. "No puede hacerte daño."

Un cuervo graznó en la distancia, y Raven sintió que su corazón daba un vuelco. "Calma," susurró, cerrando los ojos por un instante. "Respira. Controla tus emociones. No dejes que el miedo te domine."

Abrió los ojos y se enfrentó a la oscuridad. "Estoy aquí por una razón," se dijo con determinación. "Y no me iré hasta cumplir mi misión."

continuó adentrándose en el cementerio. De repente, un sonido agudo cortó el silencio de la noche. Un silbido, largo y escalofriante, se deslizó entre las lápidas, como una serpiente espectral buscando a su presa.

Fiuuiuu...

El sonido se repitió, esta vez más cerca, acompañado de una melodía macabra que parecía provenir de todas partes y de ninguna a la vez.

Fiuuiuu... Fiuu... Fiuuuiuu...

Los vellos de la nuca de Raven se erizaron. Aquella melodía no era humana, era una burla grotesca de una canción infantil, distorsionada y perversa.

Fiuu... Fiuu... Fiuuuiuu... Fi-fiu...

El ritmo se aceleraba, los silbidos se multiplicaban, creando una atmósfera opresiva que amenazaba con aplastar su cordura.

Fiuuiuu... Fiuu... Fi-fiu... Fiuuuiuu...

Raven apretó los puños, luchando por mantener la calma. Aquella melodía buscaba aterrorizarla, quebrar su voluntad. Pero ella no se rendiría. Se concentró en su respiración, en su energía, creando un escudo mental contra el sonido invasivo.

Fiuuiuu... Fiuu... Fi-fiu... Fi-fiu... Fiuuuiuu...

La melodía alcanzó un crescendo, un torbellino de silbidos agudos que parecían perforarle el cerebro. Pero justo cuando Raven sentía que iba a sucumbir, el sonido cesó abruptamente.

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