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¡Hola! ¡Vuelvo! Ahora, todo dará un cambio drástico... haber que les parece. Bueno, siéntase libres de dejar su comentario y su voto. Adiós: 

Ahora no habían sido mujeres molestas las que tocaron la puerta de mi magnífico hotel. Era gente que no esperé ver nunca por aquí. 

-¿Tú? -dije yo sorprendida por la visita. 

-Hola Charlie... ¿Qué tal estas? -dijo sinceramente.

-Bien, hasta que has llegado tú con... ellos. 

-Charlie, sé que no fuí justo contigo... por lo que para disculparme... he decidido ayudarte y te he traído redimidores. 

En mi puerta se encontraba Seviathan con Vox y Valentino. Detrás suya habían 5 demonios que parecian muy tímidos, a esos tres los aparté para ver la sinceridad en ellos. Sé que de verdad se querían redimir. 

-Hola, soy Charlie, sed bienvenidos -dije con cara de sinceridad. 

-Princesa- dijo una chica- perdóneme por no venir antes... pensé que era una forma de... burlarse de nosotros, ya que yo deseo con toda mi alma subir al cielo para ver a mi marido. Yo pensé que era una broma pesada... pero ahora veo que es real y que usted podría... ya sabe.

-Claro que sí... eres muy sincera. Eres más que bienvenida, ¿cómo te llamas?- dije sonriente

-Me llamo Olivia. -dijo. 

-Muy bien Olivia. Vosotros también, entrad al hotel, al principio, tendreis que firmar un papel, de reconocimiento y luego, sereis libres de vivir aquí y asistir a las terapias. Gracias por venir -dije sinceramente. 

Los cinco diablos entraron muy comodamente, y entonces Alastor les presentó el hotel. Que caballero. No tardé en sonrojarme un poco. 

-Bien, respecto a vosotros tres, no confío ni un pelo, pero podeis entrar. Tendréis que hablar de vosotros en las terapias y sereis buenas personas con otros demonios, ¿entendido?

Ellos asintieron y Harold me beso la mano, ya que sabía que mi demonio radio lo hacía. Que copia más barata. 

Un aura negra me recorrió la espalda, sentí alivio, ahí estaba Alastor. Me tocó el hombro y mi rostro se enrojeció. 

-Vaya, aquí tenemos a tu ex novio -dijo él con ganas de fastidiar. 

Como me gustaba cuando hacía eso. Sobre todo al hombre que tenía en frente. Me divertía.

-Si... a venido a redimirse... ¿Cierto?- dije poniéndolo en compromiso. 

-Charlie, eres un amor de persona... me gustaría que entendieras que me gusta como soy, y que tenemos que amarnos así ¿cierto?-dijo él. 

Sentí como Alastor se tensó, no se por qué. Si el se tensaba yo también. 

-Mire no muy estimado amigo, este hotel es para demonios que desean redimirse... si usted no lo hace, le ruege que se vaya. -dijo él salvándome. 

-Perdone demonio de la radio, pero me voy a quedar, ya que le hice un favor a mi querida Charlotte. 

-Lo primero, Seviathan, me llamo Charlie, segundo, princesa para tí, tercero... solo te quedas aquí si te redimes, y cuarto, no te he perdonado. 

Alastor dejo de tensarse, y Seviathan se sorprendió. 

-Está bien, estoy dispuesto a redimirme. 

-Bien... lo primero que debes saber, Seviathan, es que si te ha traído aquí mi padre te puedes ir yendo, ya que si es así y me entero yo misma te castro ¿me oyes? -dije con mi forma demoníaca. 

-Si, no me ha dicho nada tu padre. Vengo por que quiero. -dijo un poco nervioso. 

Vale sí, estaba claro que lo había traído mi padre. Que molesto que era mi padre a veces. Estas cosas me ponían enferma. Yo era capaz de cargarme a Seviathan para que no hubiera estorbos entre nosotros dos. Entre Alastor y yo. 

Si mi padre se negaba a coronarlo rey del infierno yo me encargaría de eso. Alastor era el heredero al trono, el futuro rey, actualmente rey de mi corazón. Por mi padre... estaba loca, ¿Desde cuando era tan cliché?

Valentino agacho la cabeza en forma de saludo a la heredera al trono.

-Un placer... princesa. -dijo él- Si necesitas trabajo... yo estoy a tus servicios -dijo él con su asqueroso tono  de pornográfico. 

-No, y nada de rodajes ¿me oyes? -dije muy segura

-Pues claro, princesa. -dijo él

-Yo soy Vox. -dijo la televisión. -Es usted muy guapa -dijo besándome la mano. ¿Enserio? ¿Más copias de mi hombre? Ya estaba hasta el gorro. 

-Gracias -dije seca. 

Luego me fuí. No quise seguir ahí. Alastor se quedó, supongo que estaría con ganas de cargarse a la tele, ya que era un pendejo, y a Valentino, un asqueroso. 

Tiempo después Alastor se presentó en mi puerta. 

-Hola, querida... Soy yo, Alastor- dijo con su magnífica voz.

-P-Pasa por favor -dije nerviosa y sonrojada. 

-He pensado... para dar la bienvenida a nuestros nuevos redimisores... hacer esta cena, especial, y luego poner algo de musica para bailar. -dijo él.

-Es una idea Magnífica con M mayúscula -dije emocionada. 

-Me halaga, princesa. -dijo acercándose un poco más a mí. -Noté como mi corazón ardia. 

Hasta que llegó el pendejo de Ángel a joderla y decirnos que Niffty se había quedado atrapada en un armario de limpieza y que no podía salir. 

Salí de mi oficina para llegar al armario de la limpeiza y saqué de ahí a Niffty. Después les di la noticia a todos, sobre la cena especial. 

Como ya no estaba Vaggie para decirme que ponerme y qué no ponerme... Me duche, eso lo primero. Me puse un vestido negro con un corte en la pierna, y con un gran escote. Era precioso. Luego recogí mi pelo y me hice como un peinado, quedando todo recogido. Me había quedado genial. Luego me perfumé, me maquillé y ya estaba lista. 

Todo el mundo ya había bajado. Entonces, yo, bajé las escaleras tocando la barandilla. Todo estaba llendo a la perfección. Todo el mundo tenía fija la mirada en mí. Lo que me hizo sonrojar fué ver a Alastor verme, eso me encantó. Noté que él tenía un leve sonrojo. Eso me encantiló.

Bajé y Alastor fué el primero en besar mi mano y decirme lo hermosa que estaba. Ningún cumplido de ninguna otra persona fué tan importante que el suyo. 

-Está usted encantadora, princesa -dijo él. 

-Oh, g-gracias Alastor... t-tu te ves hermoso <guapo, atractivo, increíble, elegante...>

-Me halaga, princesa- dijo para volver a besar mi mano. 

En la cena nos pusimos juntos. Hablamos de muchas cosas. La comida la hizo él todo el mundo se sorprendió de la exquisita comida de mi futuro marido. Normal, era exquisito. 

Después de comer, hubo baile. Me reí cuando Ángel obligo a Husk a bailar. Husk tuvo que beber mucho para ir a bailar con él, de hecho, se le caía y en un momento su cara se estampó contra la pelusa de Ángel. 

-¿Me concede esta pieza, hermosa dama?- me preguntó una voz radiofónica. 

-Con mucho gusto, caballero -dije yo sincera y levemente sonrojada, 

Alastor y yo bailamos muy bien. Tanto que todos se sorprendieron y nos dejaron solos en la pista. Al acabar, la gente volvió a la pista de baile y fué entonces cuando tuve que bailar con más gente. Menos mal que mi querido Alastor no bailó con nadie más por que sinó los celos me habrían inundado. 


Yandere -CHARLASTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora