23.- No Son Celos!

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—Max Verstappen —susurró una sensual voz a mis espaldas.

Sergio  alzó la vista en el momento en que un par de manos merodeaban la cintura por detrás y un cálido aliento me rozaba la piel.

—Te he echado de menos, mi amor. ¿Dónde te has estado escondiendo?
—me susurró Daniel al oído.

Mirándolo por encima del hombro, le ofrecí mi mejor sonrisa sin despegar los ojos de Sergio, porque su reacción no tenía precio, inclusoresultaba cómica y todo. Su forma desafiante de arquear una ceja y delevantar la barbilla revelaban que estaba celoso.
Ahora la cosa se iba a poner interesante.

—¡Daniel! —exclamé al volverme, saludando a mi antiguo amante, y
le di un largo beso en la mejilla—. ¿Qué es de tu vida?

—Pues la verdad es que estoy más solo que nada —dijo haciendo un
mohín.

Levanté el pulgar en el aire aprobando su mohín y le acaricié la mejilla.

—¡Oh, qué lástima! ¿Cómo es posible que alguien tan guapo como tú
esté solo? Me cuesta creerlo.

Sergio se aclaró la garganta, y al alzar yo la vista para mirarlo, giró la
cabeza hacia otro lado y siguió curioseando por la tienda como si no leprestara atención a nuestra conversación. Pero era obvio que nos estabaescuchando sin perderse detalle. Tome a Daniel de la mano y lo llevé hacia mi chico.

—Me gustaría presentarte a alguien. Ricc, este es Sergio. Sergio,te presento a mi voluptuosísimo Daniel Ricciardo.

Añadí el adjetivo para molestarlo. Pero era en verdad un Omega
voluptuoso: tenía unas piernas largas, una lustrosa cabellera de
azabache, labios carnosos y una sonrisa muy amplia. Tenía a muchos alfas tras de él así que en realidad "Le Petit Boudoir" solo le servía para
sacarse un sobresueldo. De lo que vivía era de posar desnudo para variasimportantes revistas dirigidas a un refinado público alfa.

—Encantado de conocerte, Sergio—dijo Daniel con una agradable
sonrisa, dándole la mano.
Sergio primero me miró a mí y luego a Daniel antes de estrechársela.

—Yo también —dijo secamente en un tono tan cortante que hubiera
partido hasta el vidrio.

—Así que hoy le vas a comprar algo a este encantador joven ¿verdad? —dijo Daniel retirando la mano y enlazándola a mi brazo altiempo que me presionaba el pecho con la otra posesivamente.

Sergio frunció el ceño, fijándose en la familiaridad con la que Daniel me tocaba.Le ofrecí a Daniel una insinuante sonrisa para que Sergio se pusieramás celoso aún.

—Pues sí. ¿Tienes disponible un probador privado?

—Tú ya sabes que puedes disponer de cualquier cosa y de todo cuanto
tengo, Max —dijo riendo y luego se despeino su cabelleraantes de acompañarme al fondo.

Dejamos a Sergio siguiéndonos por detrás y tuve que contenerme para
no sonreír. Me lo estaba pasando en grande con mi venganza y a él le
hervía la sangre de celos. Se los podía sentir saliéndole por los poros como
el calor que despide una carretera en medio del desierto y su aroma tampoco lo ayudaba a ocultarlo.

Daniel  nos acompañó a un probador privado. Tres de sus cuatroparedes estaban cubiertas con espejos y había una habitación más pequeñadonde los clientes se probaban los distintos conjuntos de lencería antes de
salir a mostrárselos a quienquiera que hubieran llevado con ellos para el
espectáculo. En un rincón, al lado de un minibar, había dos largos percheros con lencería de la que más se vendía.Y en el rincón opuesto, un banco tapizado con terciopelo rojo.

Daniel me llevó al centro de la habitación y me hizo sentar en un gran sillóncolocado de manera idónea para verlo todo.Sergio se sentó en el banco con los brazos cruzados.

Secretos inconfesables || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora