Él la miraba como lo hizo la primera vez, como si quisiera conservar y guardar cada facción suya, sus ojos vagaron recorriendo cada centímetro de su cuerpo, ignorando el estremecimiento que eso le producía. Quería odiarla como si fuera la cosa más repugnante con lo que alguna vez se encontró, no como si fuera la criatura frágil y dulce que aparentaba ser, pero sabía que, a pesar de deslumbrar delicadeza estaba podrida por dentro, sin embargo le tomó tiempo darse cuenta.
Con un nudo en la garganta y reprimiendo la urgencia de envolverla en sus brazos, dio un paso hacia atrás y la contempló una última vez, solo que en esta ocasión adoptó una mirada fría y distante.
- He acabado aquí.- saliendo del cuarto e intentando ser fuerte, su mente era un enjambre de pensamientos. ¿Cómo no se dio cuenta? La dulce mujer que pretendía repararlo solo lo destruyó más. Ella había renovado el significado de "utilizar" quebrar, destrozar, triturar el corazón de alguien a tal punto de ser incapaz de ser reparado.
Con un suspiro, ignoró los llantos y súplicas de su ahora ex amante, y cerró con mayor fuerza de la que pretendía la puerta del departamento. Pronto se encontraría en Miami, disfrutando de las vacaciones que merecía, al lado de bellas mujeres que no fueran pelirrojas ni con ojos que reflejaran el verde vívido del bosque. Pronto olvidaría todo este insidente.
¿Y Cómo es que no estaba tan seguro de eso?