Despierta pero desheredada

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Han pasado unos días desde que llegué a Hogwarts, después de lo ocurrido en la primera noche se podría considerar que las cosas han estado tranquilas, no había tenido alguna noticia de parte de la señora Pomfrey. Ni siquiera me dejaban ver a Cornelia, el área médica estaba prácticamente cerrada. Inclusive el As de Slytherin le resultó imposible aparecerse dentro por la noche.

– ¡Lestrange! – Me sacudió con fuerza – ¿Me estás escuchando? – Preguntó Ballard bastante enojada por no estarle prestando atención.

– Si te soy sincero, no. No te escuché. Repítelo. – Comenté a modo de orden.

Se sorprendió por lo agresivo y rudo que soné. – Ven, recuéstate. – Dio unas leves palmadas en sus muslos. Cuando iba a rechazar la oferta sentí esa mirada amenazante y entendí que no era una propuesta – Me parece muy dulce que te preocupes por la pequeña pero ya no hay nada que esté en tus manos. Solo queda esperar...

– Ya pasaron unos días... y no he tenido algún tipo de información sobre el estado de Cornelia, ni siquiera Snape responde mis preguntas y eso que soy su favorito –. Estuve quejándome al menos por 30 minutos, en todo momento estuvo acariciando mi pelo y poniéndome su completa atención. No sentí que haya desviado la mirada, ni siquiera un momento.

– Ahora tengo que ir a Herbología pero si quieres podría dar una visita a tu cuarto por la noche –. Con sutileza golpeteó mi nariz y me miró de forma pícara a lo cual reí un poco.

– Como me encantaría tener tu presencia en mi habitación pero los chicos y yo queremos pasar el rato. – Me incorporé completamente. – Venga, que no quiero que llegues tarde a clases –. Le ayudé a levantarse y le di un beso como despedida.

– ¿No me acompañarás a mí salón? – Infló los cachetes a modo de puchero.

– Sabes perfectamente cómo llegar a tu salón.

– Si, pero quiero que me acompañes.

Reí un poco. – Eso no va a pasar Ballard, además yo tengo mis propias clases, dicen que con Moody son de lo más entretenidas. – Di media vuelta y me marché.

Un picnic a manera de desayuno para empezar el día fue bastante lindo, «Ballard es bastante atenta conmigo, aunque tiene sus explosiones de celos, no quiero romperle el corazón pero tampoco siento que fuera a durar mucho con ella», pensé algo disgustado.

– Si, ese es el Lestrange que conozco, ya te habías tardado.

Se trataba de Grindelwald. – ¡Estoy harto de que entres a mi mente! – Me quejé pero no nuevamente le dio igual mi comentario.

– El teatrito que tienes con Arantza en cualquier momento se te va a acabar y estoy segura de que pasara el siguiente fin de semana. Haré una fiesta, ya sabes una introducción para nosotros al mundo del alcohol y la resaca.

– ¿No crees que somos algo jóvenes como para...

Grindelwald tenía una manía con interrumpirme, me sacaba de quicio. – Tú ni siquiera puedes opinar al respecto porque desde el primer año que eres invitado a todo tipo de fiestas.

– No sé de qué estás hablando – Hice una cara de confusión fingiendo demencia.

– Ahora resulta que esa caída ayer en nuestro pequeño duelo te afectó la memoria –. Sus contactos hicieron milagros, resulta que la habitación más grande está en posesión de ella y su grupo de amigas, si bien hay que llegar en escoba debido a una protección en las escaleras hacía los cuartos femeninos. Resulta que los peldaños se unirán para ahora convertirla en una rampa e impedir el paso a los chicos. El cuarto a su disposición tenía espacio más que suficiente para hacer un pequeño Club de Duelos entre las serpientes y amigos de otras casas cercanos a nosotros. – Te recuerdo a Dorian Travers, te tomó como su protegido desde que entraste a Hogwarts.

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⏰ Última actualización: Apr 21 ⏰

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