-Mami, mami... -La lejana voz de Bomi resonaba en el pasillo, cada vez más cerca de su habitación. Sus pequeños pasos apresurados provocaron que abriera los ojos completamente asustada.
En un movimiento brusco, tomó su móvil de la pequeña mesa auxiliar. El reloj marcaba las siete en punto: la alarma no había sonado y ya era tarde; Bomi seguramente venía a ver qué pasaba. A sus cuatro años no era muy consciente del tiempo, sin embargo estaba acostumbrada a la rutina que ambas tenían.
El sol ya atravesaba el ventanal de su habitación y Bomi cruzaba el umbral de la puerta.
-Mami, ¿ya es tarde? -La pequeña frunció el ceño confundida. Su pálido rostro redondo y los ojos gatunos la hacían derretirse cada que la veía.
-Lo siento Bomi, me quedé dormida -lentamente se reincorporó de la cama matrimonial, no sin antes estirar un poco el cuerpo. Bomi la veía desde su lugar tiernamente y no dudó en después dirigirse a su pequeña hija para envolverla en un abrazo de oso.
Bomi, contenta, no dudó en apegarse más a su madre quien la llenaba de besos por todo su diminuto rostro.
-Vamos, Bombom. Debes desayunar.
-¿Hoy voy a la escuelita? Papi dijo que vendría por mí... -La pequeña hizo un gesto muy parecido al de su padre.
Minji por su parte asintió en silencio. Una noche antes, su hija y su progenitor habían sostenido una llamada, demasiado larga para su gusto, por teléfono. El padre de Bomi no era más que un charlatán, siempre prometía cosas que no podía cumplir, estaba cansada de cubrirlo cada vez para que a Bomi no le rompiera el corazón y solo soportaba estar cerca de él, por su hija: Bomi.
Abrió la nevera, dejando sus pensamientos negativos de lado y sacó una bolsa de beagles junto al bote de maní. El tiempo no le alcanzaría para hacer algo elaborado, apenas y podría vestirla antes de que su padre llegara.
Con prisa, cortó el pan a la mitad y colocó, con el mismo utensilio, la crema de maní. Bomi ya estaba sentada en su silla especial para niños, así que le pasó el plato de unicornios. -Toma nenita, cómelo todo. -Le indicó, no sin antes dejar un beso en su cabeza. -Tomaré una ducha rápida.
-Sí mami. -Contestó Bomi.
De prisa, trotó hasta el baño compartido de su departamento. Debía apresurarse si quería que Bomi estuviera a tiempo, así que sin pensarlo dos veces se metió bajo la lluvia artificial, sin importarle lo helada que estuviera el agua.
No pasaron más de diez minutos cuando salió del baño con una toalla envuelta en su cuerpo y la otra sobre su cabeza, a manera de turbante. Con la mirada buscó a Bomi y ya no estaba en la mesa, solo sobre ella se encontraba su plato vacío, supuso que corrió a su habitación en busca de su diminuto uniforme.
Aunque su niña tuviera cuatro años, era muy autosuficiente. -¿Bomi?
-Aquí estoy... -El silencio que se escuchó en el departamento, la preocupó. El que un infante estuviera callado significaba una sola cosa.
-¿Qué haces? -De nuevo silencio. Así que camino a prisa hacia la habitación de la pequeña. Emparejó la puerta y la encontró batallando con los botones de su camisa blanca.
Bomi ya estaba con la mitad del uniforme puesto, solo necesitaba acomodar su camisa, el chaleco y sus medias largas. -Déjame ayudarte, Bombom.
La niña asintió y se acercó a ella. -Mami, ¿me podrías hacer dos trenzas?
-Sip. -enfatizó la 'p' -Solo déjame ponerte las medias y el chaleco. -Sentó a la pequeña sobre su cama para infantes y le colocó las medias blancas y el chaleco azul marino. Se veía tan tierna, incluso le recordaba mucho a su padre.

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rewind ; myg
ФанфикMin Yoongi un productor famoso y Kim Minji una editora en jefe tienen algo en común: su hija Min Bomi.