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Al llegar a la habitación de Daniel, encontró a Jay dormido sobre una pila de libros, verlo así la hizo sentirse mal.

Si tan solo supiera que ese cuerpo despertará por arte de magia una vez que el daño sea arreglado...

—Ve a tu casa —le dijo suavemente para no asustarlo—. Yo lo cuidaré.

—...

—Se que no quieres, pero tienes que descansar bien.

—... —insistió

—No seas terco, sabes que lo puedo cuidar bien.

—...

—Al menos ve a bañarte o a comer.

—...

—Yo te aviso si hay algún cambio, no te preocupes.

Jay salió casi corriendo de la habitación dispuesto a no tardarse nada en lo que iba a hacer sus cosas, aunque confía en las habilidades de Ha-yan, no desea dejar a Daniel.

—Jiho sigue esperando el juicio y no sé si sea correcto apoyar su condena o que la evite —sostuvo la mano de Daniel—. Las cosas solo empeoran y ya me estoy quedando sin ideas para que nadie salga afectado, las cosas con Playground no están mal, pero me da miedo cometer un error y arruinarles la vida.

Se quedó en silencio por varios segundos sintiendo como las ganas de llorar desconsoladamente la abrumaban.

—Tengo bastante miedo de no poder protegerlos, de ser débil y terminar de la misma manera en la que estaba antes de todo esto —las gotas de tristeza y frustración comenzaron a caer sobre la mano de Daniel, un testimonio de la impotencia que sentía ante la situación que se avecinaba—. ¿Y si no soy suficiente para este puesto? Cuando despiertes las cosas van a emporar, estoy segura de que el viejo Choi te protege por su propio beneficio, el resto de los chicos te van a seguir en esta pelea ¿Qué pasa si no puedo protegerlos a todos?

¿Cuándo nació en ella el deseo de proteger a todos? ¿Por qué siempre quiere cuidar a los demás sin importar que pase con ella?

La determinación ardía en su interior, y mientras sus ojos rojos y húmedos miraban la mano inerte de su amigo, se quedó pensando mientras las lágrimas caen en pequeñas gotas de desesperación. Y en medio de sus desordenados pensamientos, una palabra se quedó incrustada.

Su mente se aclaró, y la ira comandó sus decisiones e impulsos recordándole que no tiene nada de malo regresar a ser la misma persona de antes; sus ojos medio cerrados mostraban una mirada de ira dirigida hacia la ventana, donde su propio reflejo parecía devolverle la mirada. Su flequillo cubría parte de su rostro, y su expresión reflejaba la resolución de alguien dispuesta a hacer lo que fuera necesario para proteger a los seres queridos, incluso si eso significaba tomar decisiones difíciles y afrontar consecuencias inimaginables en el futuro.

—No entiendo porque te cuento esto —dijo sin despegarle la vista—. Teniendo a Jake y a Eli quienes saben mi pasado, tuve que recurrir a un cuerpo sin conciencia para poder contarle mis preocupaciones —torció la boca mirando ahora a Daniel limpiando el camino que dejaron sus lágrimas—. Supongo que es porque tú no puedes decirme nada.

La puerta se abrió estrepitosamente por Jay, venía con un nuevo cambio de ropa y un par de cafés en la mano y una bolsa de papel.

—¡Eso fue rápido! —exclamó sosteniendo su pecho del susto

—¡...!

—Nada que reportar —se levantó de la silla y le dio el lugar a Jay mientras este le entregaba la bebida. Apartó la mirada tratando de ocultar su anterior lloriqueo.

Ocean Eyes «LOOKISM»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora