The night we meet

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Estaba cansado, abrazaba la almohada mientras la lluvia golpeaba contra la ventana y los truenos retumbaban en la distancia.

Anhelaba libertad. El tipo de libertad que solo podía imaginar en sus sueños. Deseaba no tener que hacer nada más que despertar cada mañana y ser atendido como un príncipe mimado. En su cotidianidad, se veía obligado a cargar pesadas herramientas y materiales, trabajando bajo el sol o bajo la lluvia sin descanso alguno
 
La gente suele decir que ser adoptado es una bendición. Pero para él, no era más que una estúpida mentira.  Nunca recibió la protección ni la bondad de sus nuevos "padres". Un cambio de dirección y de nombre, tan sencillo como explotarlo laboralmente. 

Bajo las sábanas, sus súplicas silenciosas se convirtieron en un susurro desesperado hacia el universo. Soñaba con ser liberado de las cadenas que lo mantenían atado a una vida de esfuerzo físico. Quería la oportunidad de vivir sin preocupaciones, sin miedo a ser lastimado, sin tener que cargar con el peso del mundo sobre sus hombros.      

Cuando apenas se dejaba llevar por el sopor, notó el cambio de luz en la habitación. 

¿Acaso ya estaba amaneciendo? 

Un nudo se instaló en su garganta al darse cuenta que, nuevamente había perdido el tiempo soñando despierto. 

Se arrastró por el colchón hasta que su cabeza llegó al borde. Tras un profundo suspiro, deseó que fuera la hora de dormir, para poder descansar. Apretó los párpados hasta ver colores. Enseguida, con total desgano, retiró la cobija de su cabeza mientras abría al fin los ojos. 

Sus labios formaron una perfecta "o", alzó las cejas con asombro. Estaba totalmente oscuro.
 

Escondió su rostro nuevamente bajo la sábana, juraba que la luz de unos segundos atrás se había sentido como si estuviera amaneciendo. Volvió a bajar la cobija para observar y puso atención al entorno. Era una habitación diferente. Una habitación antigua. 

De momento, una suave melodía se escuchó a través de las paredes. Convencido ahora de que se trataba de un sueño, optó por explorar el lugar que su imaginación le había hecho para él. 

Se puso de pie, sintiendo la suavidad de la alfombra bajo sus pies descalzos. El aire en esta nueva habitación tenía una fragancia sutil, como a jazmín. La madera antigua crujía bajo sus pasos mientras se dirigía hacia la puerta.

Abrió la puerta con cuidado y miró hacia un corredor amplio, iluminado por lámparas doradas que colgaban del techo alto. Mientras caminaba por el corredor, notó que la melodía provenía de una sala al final. Sus pies se movieron por sí solos, atraídos por la música. A medida que se acercaba, el sonido del piano se hacía más claro, suave y melodioso, como si las teclas estuvieran siendo acariciadas con cuidado y amor.

Llegó al umbral de la sala y se detuvo para observar. La habitación era grande, con cortinas largas y elegantes que se movían con la brisa ligera. Había grandes ventanales que dejaban entrar la luz natural de la luna. En el centro, un piano de cola blanco resplandecía bajo la luz de las lámparas, y el hombre que lo tocaba estaba completamente concentrado en su música.

Era un joven de aspecto angelical, con un traje blanco que resaltaba contra el fondo oscuro de la sala. Su cabello rubio y rizado caía sobre sus ojos. Tenía un aura tranquila y carismática que llenaba la habitación. El pianista, levantó la vista mientras seguía tocando y sonrió. Inclinó ligeramente la cabeza, invitandolo a acercarse. 

Wooyoung aceptó la invitación. Se acercó y tomó asiento a un lado él. Contemplo la elegancia natural con la que sus dedos se deslizaban sobre las teclas. A medida que la melodía continuaba, algo dentro de Wooyoung comenzó a agitarse. No era habitual para él experimentar una calma tan profunda, una sensación de tranquilidad tan pura. Después de todo, la música era tan distinta de la dureza y la crueldad de su vida diaria. Una oleada de emociones lo atravesó. Le pareció irónico estar sentado en este lugar de ensueño, sabiendo que era solo eso: un sueño.

Las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos, una reacción inesperada ante el cúmulo de emociones. Intentó contenerlas, pero fue inútil. Las notas suaves y reconfortantes del piano lo llevaron a un lugar de vulnerabilidad, un lugar donde podía liberar toda esa tristeza reprimida. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, y el llanto silencioso se volvió incontrolable. Cubrió su rostro. La idea de llorar frente a un extraño le resultaba incómoda. El sollozo suave que se escapaba de su garganta le hacía apretar los labios, como si intentara contener el torrente de emociones.

El rubio, aún tocando el piano, lo miró con ternura. Sin decir nada; suavizo la melodía, creando un lugar seguro para que el castaño liberara sus emociones. Continuó tocando hasta dejar que las ultimas notas se desvanecieran junto a sus sollozos en un eco gentil. 

Luego, con la misma delicadeza con la que había tocado el piano, se levantó del banco y sacó un pañuelo blanco con detalles dorados de su bolsillo. Lo extendió hacia Wooyoung con una sonrisa serena.

—Para ti—mencionó con tono amable. Se movió con gracia, inclinándose ligeramente hacia Wooyoung, como si quisiera asegurarse de que estuviera bien—. Mi nombre es San. Puedes quedarte tanto como necesites.

No había juicio en sus ojos, solo empatía. Sus movimientos eran cuidadosos, como si temiera asustar a Wooyoumg, este levantó la mirada para verle al fin.

—No tienes que preocuparte por nada aquí—continuó con esa sonrisa que parecía contener toda la dulzura del mundo

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Bjr, c'est un petit chapter

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⏰ Última actualización: Aug 12 ⏰

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