Adam...
Comencé a caminar a pasos agigantados hacia los baños del instituto. Podía sentir la mirada de Gin detrás, y mi interior deseaba que sus pasos me siguieran.
No fue así.
Me frustraba su actitud de mierda. Después de la linda noche que habíamos pasado por mi cumpleaños, el lindo gesto que había tenido, el cómo me había abierto con ella, ella conmigo, las conversaciones... y al otro día parecía como si verme, fuera como un grano en el culo para ella.
Cerré de un golpe la puerta del baño y me puse un cigarro en la boca. No la entendía. O no la conocía. O ambas.
Quería conocerla más, quería saber todo de ella. Había algo que tenía que me atrapaba. No sabía todavía qué era, qué la hacia especial, qué hacia o qué tenía de diferente a las demás, que hacia que quisiera pasar todo el tiempo con ella. Fue muy loco cuando entendí que simplemente era ella. No había nada tan místico, ni nada tan fuera de este mundo. Simplemente fue ella, su persona, su personalidad, lo que me enloqueció.
Desde el momento que me hizo sentir de esa manera, como si fuera tan importante para ella, cuando hacía apenas días que la conocía, el cómo me trajo a mi mamá a la memoria, supe que había conocido a mi persona.
-Adam...-escuché a lo lejos del pasillo y mi corazón se ensanchó.
Sin pensarlo dos veces salí del baño y en un descuido me choqué con ella. Me sonrió
-Te estaba buscando- dijo con la segunda voz más dulce que escuché en mi vida.
-¿Qué pasa?-pregunté todavía haciéndome el ofendido-Acá estoy-
Su mirada de arrepentimiento me hizo sonreír como un idiota, y sus ojos café eran como encontrar un tesoro, abrirlo y que esté lleno del oro más resplandeciente. Aunque ni el oro se comparaba con esos ojos al sol.
-Quería decirte que lo siento... No tengo por qué agarrarme y desquitarme con vos por mi día de mierda- dijo mirándome, y lo único que yo pensaba era en qué hacer para que sus días fueran hermosos para siempre, sin saber aún el real motivo de su actitud conmigo.
-No pasa nada- recuerdo que dije- Todos tenemos un día de mierda.
-¿Crees que podemos juntarnos esta tarde?- mis ojos creo que se iluminaron cuando pronunció esas palabras - Para seguir con el trabajo- aclaró.
-Si, claro- dije- No es necesario que estés aclarando tus frases en cada momento Rose, por más que lo aclares, sé que en el fondo el trabajo es tu excusa perfecta para verme después de clases-dije y ella largó la risa.
Esa risa fué lo mejor de mi verano.
-Sos idiota...-dijo sonriendo. -Te envío un mensaje después con la hora.- asentí aún con el cigarro a medio prender. No me había percatado que nunca lo había encendido.
-Nos vemos-dije y ella se fué volviendo hacia el comedor.
Me fascinaba su caminar, y el cómo se había dado todo entre nosotros. Si hubiera sabido que un nuevo trabajo para mi padre me iba a dar una nueva y maravillosa persona para mi, no le hubiera rogado quedarme solo en mi antigua ciudad al principio de todo.
Ella fue todo lo que una vez le conté a mi madre que quería. Y lo fue, claro que lo fue.
Después de esa disculpa en el pasillo del instituto, recuerdo que estuve toda la tarde mirando el celular, hasta que el nombre de Gin apareció entre las notificaciones.
Gin:
"Ya estoy en casa, si querés venirte. Trae la carpeta y tus materiales q están muy buenos"
Sonreía como un niño de cinco años cada vez que me mandaba un mensaje. Así fueran los buenos días, los "t extraño veni" que hacían que hiciera las dos cuadras que nos separaban aunque estuviera lloviendo. Hasta en esos tontos mensajes hizo que me enamorara cada día más de ella, sin saber que iba a ser lo primero que iba a extrañar después.
Adam:
"Yen2"
La casa de Gin era muy parecida a la mía. Una amplia cocina, muchos cuadros de arte, las habitaciones arriba, y una madre ausente.
-Uf amo estos lápices- dijo revisando mi estuche de materiales.
La notaba nerviosa, como todas las primeras veces que estuvimos juntos, creo que no fue hasta después que confesamos nuestro amor que la noté normal conmigo. Ella misma. Siempre quería parecer relajada, pero notaba cómo se incomodaba con mi mirada, y yo amaba hacerla sentir incómoda, en el buen sentido.
Dibujar al lado de ella no me ponía nervioso, me encantaba que sacara mi lado más artístico. Como cuando le pedía pintarla al óleo, con la excusa de recordar estos momentos que pasamos y ella se negaba, hasta que la convencía por cansancio. O cuando le escribí la primer canción.
Mientras dibujaba lo que ella había pensado, podía notar su mirada en mi. Cuando se daba cuenta volvía a su celular intentando disimular y estar tranquila. Yo intentaba no reírme en su cara. Nunca fue buena para disimular.
-Creo que así esta bien- dije pasándole la carpeta- ¿No?- pregunté al verla observar el dibujo fascinada.
-Obvio que si-dijo y sonreí. -Déjame ver con qué técnica tenemos que terminarlo y listo- siempre tan aplicada Gin...
-Creo que era puntillismo- dije
Ambos dimos un salto cuando golpearon la puerta. Era Elena para avisar que la cena ya estaba lista.
-Creo que ya me voy, lo podemos segu...-iba a decir cuando Gin no me dejó terminar la frase.
-¿Por qué no te quedas a cenar?- preguntó y miré a Elena que sonreía y a quien terminé queriendo demasiado.-Así podemos seguir un poco más, si queres-sonreí.
Y yo con ella hubiera seguido por el resto de mi vida.

ESTÁS LEYENDO
Adam.
RomanceÉsta no es la típica historia de amor juvenil, ni la típica historia del chico malo y la chica buena. Ésta es la historia de cómo un amor puede hacerte vivir de nuevo. Cómo puede hacerte sentir cosas que nunca habías sentido, ni experimentado. Cómo...