FIN

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Tal y como Rin lo había deseado, fue enterrada junto a su esposo.

Hubo un breve funeral. Fue en medio del bosque, bajo el árbol del milenio. Ni Rin ni Allen fueron religiosos en vida, pero siempre quisieron que sus hijos se sintieran protegidos por algo, en este caso, una deidad, Held.

A pesar de que todos vestían de negro, la situación no era demasiado triste. Más bien, todo era tranquilo. Por fin había paz para esa mujer. Porque todos los presentes sabían que Rin por fin podría reunirse con el amor de su vida y sus viejos amigos.

Pasó un día entero. Había mucho silencio, pero emanaba la calidez.

Riliane, por su parte, era la única que no se sentía tranquila. No tenía paz como el resto de su familia.

Con la muerte de su ser más preciado, solo pudo sentirse más solitaria de lo que ya estaba. Su propio padre la despreciaba. Sus hermanos y tía, ni hablar. Lily Rosé nunca podría estar con ella porque vivía en otro país.

Riliane había faltado al trabajo varios días, por lo que no dudaba que hubiese sido despedida. Nadie en el pueblo la quería. ¿Qué haría ahora?

Lo único que le quedaba del pasado era ese libro en la repisa de la recámara. El libro que le había revelado lo que sabía de su familia.

Después de haber estado un buen rato recostada en el sofá, decidió salir a tomar aire fresco. Sin embargo, se detuvo al ver a Gumillia hablando con Ayn.

Los dos se veían felices. Él se estaba riendo con ella. Después de lo que parecieron ser varios minutos, los dos finalmente se abrazaron.

No entiendo. ¿Por qué me duele tanto este sentimiento?

Riliane se dio la vuelta y caminó alrededor de la cabaña hasta llegar al viejo roble que daba con el arroyo. Se sentó a su sombra y aspiró el aire fresco. Admiró el paisaje. Se preguntó que si su madre siguiera con vida, tal vez podrían sentarse a platicar bajo el árbol. Incluso podrían incluir a su padre y hermanos.

Si su madre siguiera viva, tal vez no sería una persona odiada y repudiada por todos.

Se recargó en el árbol y dejó que sus lágrimas fluyeran silenciosamente. Realmente, ya nadie la amaba.

-¿Estás bien?

La voz de Ayn la sacó de sus pensamientos. Se secó las lágrimas. Sintió que Ayn se sentó a su lado.

-Estoy bien. Solo... Me dio un poco de melancolía.

Ayn asintió. Riliane suspiró y miró a Ayn.

-Lamento haberte causado tantas molestias, Ayn. Incluso ahora, te hice quedarte al funeral de mi abuelita.

-No me molestas, Riliane. Al contrario, te debo todo a ti. De no haber sido por ti, me habría rendido al primer intento.

-Tú nunca te rindes, Ayn. Yo no era esencial en tu misión -dijo Riliane.

-Me alegro de que pienses eso de mí.

Ayn sonrió y se sonrojó un poco. Riliane lo notó más relajado. Durante todo el viaje, él se había comportado como una persona rígida, preparada para luchar en cualquier momento. Pero ahora, se veía solo como un chico normal, recargado en el árbol con los pies extendidos, conversando con una chica. Ya no parecía el cauteloso Oficia Ayn Anchor.

-Antes de que se me olvide -dijo Ayn-, hay algo que te quiero mostrar -. Ayn metió la mano en su bolsillo izquierdo y sacó algo de ahí. Era el anillo rojo-. Creo que esto te pertenece.

Ayn sujetó la mano de Riliane y colocó la pequeña joya en la palma de su mano. Por primera vez, la joven pudo presenciar de manera detenida la hermosura del anillo.

El Karma Del Mal No Terminará (continuación de Story of Evil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora