༺Soy vieja, he vivido más que tú. Y he visto a muchos perecer, pero nunca he visto lo que tú has logrado༻
Las siguientes semanas se los había pasado con Octavia, cómo desde que llegó. Ahora sus patrullas las hacia con ella al tiempo que Geralt buscaba a las driadas. Ninguno del pueblo libre lo vio. A pesar de que a veces era malicioso, Octavia no parecía molesta por su compañía y cargaba con el mayor peso de la conversación, lo cual a Kryo le parecía bien. Esa misma mañana había visto a una cierva y había levantado el arco y apuntado por instinto, mientras Octavia se burlaba y decía que por lo menos, Kryo no habia tenido que comer puñados de nieve como la primera vez que cazaron. Pero Kryo la acabó a los segundos, había logrado un tiro perfecto desde la yegua blanca a la que ahora acostumbraba a montar. Octavia la ayudó a cargarla en el gran corcel negro y volvieron al campamento cuando el espacio para las presas se acabó en ambos caballos. La sangre carmesí goteaba desde el arzón hasta pintar la nieve a lo largo de su camino hasta el campamento.
Las fronteras del campamento —que había crecido monstruosamente luego de la llegada de algunos clanes— se abrieron cuando reconocieron a la Hersir y a su segunda entre las siluetas sanguinolentas y humeantes entre la neblina que las rodeaba.
La comida debía ser suficiente para abastecer el viaje que pronto debían hacer para patrullar los últimos carromatos del clan más cercano. La llegada de los grandes jefes se hacía desear entre ambas. Kryo sabía lo difícil que era mantener a cada uno de los clanes a raya. Octavia le había dicho que en el pasado, muchos de ellos se mataban entre sí, pero aquello tenía que cambiar si es que querían vivir. La sombra de la muerte los acechaba a medida que los caminantes avanzaban. A esas cosas no les importaba de que clan provengas. Debían mantenerse juntos, por un bien mayor. Muy muy mayor. La supervivencia.
Durante esos días, no vio a Geralt: estaba lejos, día y noche. Incluso en la cena hablaba poco y se iba temprano. A Kryo le molestaba esa ausencia, siempre hablaban cuando algo en su día había ido mal. Y lo peor: era que ni siquiera Athenas parecía querer estar cerca desde ese día..
Ese maldito día en el que la joven reina murió.
Durante el día, cuando el sol estaba alto, el gran Salón Rojo, donde tenían lugar los Consejos Semanales y las grandes celebraciones, era lo más bonito de todo el campamento. Le habían dado Una estructura de madera, dejando una hilera de ventanas más altas que la mayoría de las carpas y espaciadas cada seis metros permitían que el brillante y cálido sol bañara el suelo y las paredes. Ofrecían vistas a las arenas de peleas donde muchos salvajes combatían entre sí. Unas gruesas pieles de oso colgaban entre las ventanas, tan largos como ellas. El techo pintado de rojo era la verdadera obra maestra del gran Salón. Sin embargo, ahora que estaba de pie en el estrado elevado, con la Hersir sentada a su derecha, no había rayos de sol que entraran por las ventanas, solo la oscura noche. Varias antorchas, colocados para proporcionar la mayor luz posible, proyectaban un resplandor dorado por todo el Salón.
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¹Reyes del Norte•GOT
FantasiLa casa Nidhögg es una estirpe tan antigua como los mismos hijos del bosque. Estos primeros hombres, cuyos nombres resuenan en las leyendas susurradas por las nanas durante las noches de insomnio, libraron una eterna batalla contra los amos de drago...