Narración:Sergio
Era por la mañana. Max yacía boca abajo y yo estaba tendido de lado
junto a él. Todavía dormía y yo me había quedado embobado ante su
adorable cuerpo desnudo. Por la noche se había apartado las sábanas en algún momento y al despertarme me había encontrado con la
espectacular imagen de su delicioso cuerpo en su forma natural. Era
espléndido. Aunque me encantaba lo bien que le caía la ropa, en cueros me gustaba mucho más todavía.Le contemplé la espalda subiendo y bajando al ritmo de su acompasada
respiración. Cada músculo estaba definido y mis dedos se morían por
reseguirlos. Tenía la cara vuelta hacia mí y me maravilló lo largas que eran
sus oscuras y espesas pestañas. Como no se había afeitado el fin de semana, una deliciosa barba incipiente cubría sus fuertes mandíbulas. Me gustaba y tomé nota de ello mentalmente para intentar convencerle de algún modo de que se la dejara así más a menudo, aunque en el mundo empresarial no estuviera bien visto.Dormía con la boca algo fruncida y en el labio inferior se veía una marquita, el recordatorio de nuestra sesión erótica del día anterior, cuando él había hecho realidad con creces mi perversa fantasía vampírica. De pronto una sonrisa asomó a mis labios y le rodeé con dulzura la cara con mi mano. Al deslizar delicadamente mi pulgar por su labio inferior, gimió y luego se revolvió en la cama.
Sabía que probablemente no debía haberlo despertado hasta que sonara la alarma del despertador, pero no pude evitarlo. Tenía que tocar unos labios tan sensuales como los suyos.
Se despertó parpadeando y sus ojos se encontraron al instante con los
míos: eran unas lagunas con remolinos de color verde, tan cálidas y profundas que te daban ganas de ahogarte en ellas.—Bu… días —me saludó con su ronca voz matutina. Frunciendo los labios, me beso el pulgar.
—Lo siento. No quería despertarte —le mentí apartando la mano.
—No pas… nada. ¿Qué hora es? —preguntó acodándose en la cama para mirar el despertador de la mesita de noche que tenía al lado. Refunfuñó al ver la hora y se tendió de espaldas—. ¡Joder! Tengo que levantarme para ir a trabajar —suspiró pasándose las manos por la cara.
—¿Quieres que te prepare el desayuno?—Se apartó las manos del rostro y me miró sorprendido.
—¿Sabes cocinar?—Solté unas risitas, porque por lo visto Max me estaba conquistando.
—Sí. Los asalariados tenemos que hacer esta clase de cosas a no ser que
queramos morirnos de inanición.—¿Podrías prepararme dos huevos fritos con tocino? —me pidió con
una expresión un tanto esperanzada en su adorable cara. Puse los ojos en blanco y asentí con la cabeza.—¿Cómo te gustan los huevos?
—No demasiado fritos.
—Si quieres lo puedo hacer, Max. Puedo prepararte esta clase de
desayuno —le dije seductoramente, imitando su forma de hablar de la
noche anterior. Parecía que le estuviera ofreciendo lo mismo que él me había ofrecido, porque te juro que se le puso dura.—¡Qué encantador! Voy a darme una ducha y a vestirme —dijo levantándose de la cama en un abrir y cerrar de ojos, ofreciéndome la
oportunidad de contemplar su cuerpo. Sí, me comí con los ojos la obra maestra de su culo, la culoestra.Yo también me levanté y me puse de momento unas bermudas y una camiseta de un equipo de F1 que le gustaba a Max " Red Bull", solo hasta que me diera una ducha. En cuanto bajé,tome una sartén de entre todos los lujosísimos que colgaban en
medio de la isla de la cocina, y la puse en un fogón.
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Secretos inconfesables || Chestappen
RomanceSergio Pérez tiene un secreto. Cuando un asunto de vida o muerte amenaza con acabar con su familia, Sergio decide hacer un sacrificio muy especial. Se ofrece en puja en el club erótico más exclusivo de Mónaco. Ahora, Checo es propiedad de Max Versta...