En ese momento él fue feliz. El tiempo es valioso, pero tomar una pausa y apreciar su presente lo cambió. Caminar hasta su casa después de escoger el camino más largo, simplemente observar el entorno es una satisfacción que pocos recuerdan y pocos tienen la fortuna de vivir, demorar treinta o cuarenta minutos más en llegar no era problema, hacía que él apreciara más en lugar en el que pronto no estará. Caminar lento y calmado por el lugar más abandonado y solitario que descubre, porque no encontrarse con conocidos era crucial para conservar su pequeño momento de tranquilidad. Dejar de mirar las hojas caídas del piso para ver el cielo celeste, vagamente cubierto con esas nubes densas y blancas que obstruyen el brillo del sol lo suficiente para no irritar sus ojos pero lo preciso para notar lo bello que es el día. Finalmente, la temporada del año en la que esa estrella gigante aún no se ausentaba pero ya no abrigaba como hace unos meses solía hacer. La brisa que mueve los arboles gigantes a su alrededor creando música hecha por una orquesta de naturaleza, para finalmente terminar la canción con la delicada caída de las hojas de todos los colores posibles. Dejar de caminar, mirar a su alrededor, tomar una gran bocanada de aire y seguir caminando.
En este momento él estaba tranquilo. Cinco meses atrás le exigieron tomar un respiro del trabajo, viajar a otra parte y vivir de nuevo la vida. Y obligado llegó a una ciudad pequeña, muy diferente y lenta comparada con la gran capital en la que trabajaba. Si uno pasara a esa pequeña ciudad sin intención de quedarse no les gustaría, eso desanima a cualquier turista oara conicer un lugar, igual que a él. Resulta que las cosas no resultaron como deseaba pero han ido bien. Él necesitaba solo un pequeño semestre de descanso de su vida para poder seguir. Eso necesitaba antes, pero no cree que es lo que necesita ahora. Cambios radicales en su vida eran necesarios para un respiro de todo. Pero ese descanso de unos meses, desea que sea su nueva realidad. Ha conocido el placer de la calma, de la lentitud y del silencio, aspectos que se le hacían impensados y de flojos ahora son su mayor alegría. Quizás dirán que él se ha vuelto un flojo, cansado de trabajar aún sin siquiera haber jubilado. Pero sería un flojo que ha vuelto a disfrutar la vida, uno que se emociona por los pequeños y grandes detalles que la vida trae y muestra frente a él, de los cuales nota que es afortunado de contemplar. Él piensa en si mismo y ya no le apetece la vida aburrida y caótica que se autoimpuso, quiere imponer algo nuevo, una buena vida, de belleza y entusiamo.
Ha descubierto que ama y adora la vida, no es algo que quiere perder y descuidar por ocuparse de asuntos que no le interesan. Observar el mundo quiere que sea su nuevo trabajo. Calmadamente se sienta a observar por la pequeña ventana de madera de su habitación el oscuro cielo que cae, sin dejar ver a las luces del cielo por la densa capa de nubes que cubre a la pequeña ciudad. Cada minimo detalle es apreciado, todo es arte para ese ojo que quiere ver arte. Irse no es algo que quiere. Pero solo un semestre se le hace poco, unos cuarenta años prefiere ahora. Toda su vida necesita, pero no puede. Eso cree. Con esta situación el está nervioso.
El otoño, su estación favorita. Él se pregunta si es que hubiese llegado a esa ciudad en otro momento hubiera quedado tan encantado como lo logro estar gracias al otoño en esa pequeña ciudad. No puede pensar en una respuesta. El tren lo lleva de vuelta a la gran ciudad y se encuentra mirando la ventana de su vagon. Observa la montaña de arboles a gran velocidad, esta cada vez mas lejos de la fuente de su felicidad pero no se siente mal. Las preocupaciones y los deberes lo llamaban, no podía quedarse toda su vida en ese lugar de ensoñación. Pero no le preocupaba, porque sabía que volvería, y esta vez para quedarse.
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La Pequeña Ciudad
Short StoryLo hice en una noche para un concurso de escritura en mi colegio y gané 1er lugar xdddddd