"Nada dura eternamente, llega un momento en el que debemos decir adiós al mundo que conocemos, adiós a todo lo que dábamos por sentado, adiós a aquellos que creíamos que nunca nos abandonarían, y cuando estos cambios se producen por fin, cuando lo conocido se ha ido y lo desconocido ha ocupado su lugar, lo único que podemos hacer es decir: hola y bienvenidos." –M. Alice.
Tomó una galleta de la caja y se la llevo a la boca. Con tanto silencio en la casa se podía escuchar hasta el azúcar crujiendo en su paladar que más tarde remplazo el ruido de la licuadora. Lleno su taza de café a la mitad y cerro el tarro de azúcar que Eleanor había dejado abierto la noche anterior. Ese viernes se había despertado más temprano que de costumbre, justo ahora lucía de buen humor mientras se desplazaba por su cocina preparando el almuerzo para cuatro.
Sacó el pan del tostador, había terminado de poner la mesa cuando de pronto su teléfono comenzó a vibrar en la cocina, él se aproximó hacia su aparato pero justo antes de contestar se asomó hacia el pasillo y por sí las dudas también en la hora de su reloj anunciando las siete con treinta y cuatro.
–Hola – saludo el abogado con un tono suave.
–Te llamo porque acabo de ver tu mensaje... ¡Ayer no me di cuenta de nada! ¿A qué hora te fuiste? –preguntó la voz de cierto estudiante con ojos verdes asombrosos del otro lado de la línea. –Cada vez tienes más experiencia... – añadió con un falso tono de orgullo.
–No te quería despertar – confeso el otro hombre.
–¡Lose! ¡Lose! Pero me gusta despedirte – Louis podía imaginarse el gesto que estaba haciendo y que no hubiese hecho por verlo en este momento. –¿Todo sigue igual? ¿Si vas a poder ir hoy? – preguntó con un hilo de esperanza.
–Sí, te prometí que iba estar ahí – le recordó. –¿Qué estás haciendo? Escucho mucho ruido – quiso saber por el alboroto que se había causado del otro lado.
–Estoy con Ed en la Facultad. Estamos a punto de entrar a clases por eso tengo que colgar... nos vemos en la noche ¿Pasas a la casa ó te veo afuera? – preguntó de prisa.
–Te aviso más tarde, cuídate... –
–Ya quiero verte – agregó el otro con un suspiro para luego colgar.
Louis sonrió brevemente por las palabras del menor, sí antes podía ocultar ser un hombre feliz, a partir de ahora y en la intimidad de su cocina... Ya no pudo hacerlo. Tal vez él era un experto en mentirte a su esposa y a los demás pero no podía mentirse a sí mismo, día a día, la necesidad de cumplir con los caprichos de Harry iba en aumento.
*
Media hora más tarde mientras almorzaba con toda su familia en la mesa; Louis abordo el tema cuidadosamente, midiendo sus pasos como lo haría cualquier gato en un tejado. Si quería estar fuera de casa toda la noche; decir que tenía un viaje de trabajo era la opción más viable. Total, Louis dominaba el arte del engaño; el único problema es que su esposa no era uno de sus clientes ó un adversario y su casa tampoco ningún juicio.
Eleanor no estaba muy convencida pero no tuvo oportunidad de enojarse. No, después de que había avances en la relación. Era tan poco el tiempo que se veían durante el día, y justo en el transcurso de esta semana, antes de dormir y ambos en la cama habían llegado a la conclusión de que no podían desperdiciándolo discutiendo. Sí el problema número uno de Eleanor era que Louis llegara muy noche: Louis lo soluciono llamándola antes para avisarle. Y sí, a su esposo le molestaba que ella lo comparara con sus amigos y jefe de trabajo, de ahora en delante ella ya no volvió a mencionar el tema.
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El Ruido de tus Zapatos (Larry Stylinson)
RomanceLouis es un exitoso abogado penal, casado con dos hermosos hijos ¿Qué hace con un insaciable amante de 19 años? "Cuando se cierran las puertas del amor cotidiano todos necesitamos una salida de emergencia"