El viajero estaba bastante satisfecho por como acabaron las cosas después de varios días como invitado en la tribu de los Yanit, cerca del Oasis Eterno.
Sin que nadie se percatara, se llevó una foto que sacó con el Daguerrotipo del misterioso espacio donde estuvieron metidos y encontraron los últimos aposentos de la Reina de las Flores. El mundo alrededor estaba exactamente como si fuera una imagen misma, tomado en el fotograma exacto del área, hasta se podía caminar por el agua como si de un Dios se tratara.
Lo que mejor recordaba no es precisamente lo más hermoso que pudo haber visto del mundo congelado de la Reina de las Flores, si no el silencio de Yeht mientras colocaba el diario de su madre y el hacha de Yebrael, su padre; todo para que de alguna forma estuvieran reunidos por lo menos unos momentos.
"¿Se habrá derrumbado el mundo del Oasis Eterno?, tal vez deba investigarlo por mi cuenta dentro de un tiempo o esperar noticias al respecto".
Ya recibió sus agradecimientos de la matriarca Babel, Paimon está feliz porque le dieron una recompensa en mora por su insistencia.
Ya es el momento de explorar otras partes de Sumeru y Teyvat.
- Solo nos queda alguien más para despedirnos -.
Aether estuvo buscando con la mirada un cabello azul atado en varias trenzas, con ropas exóticas y vendas rojas sobre sus ojos, caminaba por todo el recinto hasta que se le ocurrió buscar en el campamento de la tribu donde el primer día encontraron a Benben.
Miró adentro de la campaña y ahí se encontraba la chica que estaba buscando, sosteniendo cuidadosamente al pequeño robot quien es considerado otro de sus pocos amigos conseguidos en este tiempo, después de la muerte de Yebrael.
Observó en silencio mientras recordaba las aventuras que tuvo junto a Yeht, ella ha mostrado madurez y demostró que solo ella decide lo que quiere para su futuro, donde estar y como vivir lo que le depara cada día.
Al principio estaba pegada a su padre, pero tuvo que aprender duro y rápidamente sobre lo salvaje que es la vida; le hizo muy feliz luego de escuchar que encontró un pequeño lugar donde podría ser ella misma, aprendiendo cada día a sobrevivir.
De cierta forma, le recordaba a Dehya, no le molestaría algún día que se conocieran y hasta si tiene la oportunidad, quisiera organizar una quedada con las dos para ver si se pueden llevar bien.
- ¿Vas a...decir algo o te quedarás mirándome hasta que me levante? -.
Aether se congeló bastante estupefacto, ¿cuánto tiempo estuvo ahí mirándola sin hablar?, debió ser muy raro incluso con Paimon volando al lado.
- P-perdón, es que solo vine por...-. Aether empezó a tartamudear y tenía problemas para expresarse, los nervios le hicieron perder las palabras de la mente y se volvía más rojo cada vez. Por mucho que ella tenga una banda sobre los ojos y parezca centrada en Benben, estaba seguro que lo estaría mirando, incluso de reojo.
Al final no se contuvo y ante la vergüenza se golpeó la frente, sin complicarse por más que suene triste.
- Uh...olvídalo, ya nos despedimos de todos en la tribu, supongo que solo faltas tú y por eso estamos aquí -.
- Recuérdalo, no es un adiós Aether, es un hasta luego. No me pondré a llorar en caso de que lo pienses...pero eso sí, como no te atrevas a volver te juro que de cualquier modo, sabrás de mí y hasta soy capaz de darte una paliza cuando te encuentre. Intenta mandar una carta y contarme lo que has visto, sabes que las historias de tus aventuras me hacen querer seguir explorando el desierto hasta el límite, siempre que la dejes en el gremio puedo estar pendiente -. Esta vez la chica se giró para mirarlo aún sin levantarse, dejando descansando a Benben.
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La Eremita Tsundere y el Ingenuo Viajero
RomanceYeht tenía algo escondido, y no precisamente sus ojos. Estamos hablando de un sentimiento más fuerte que una simple amistad por uno de sus nuevos mejor amigo, Aether el viajero. [Esta historia por supuesto sucede después de la misión en el Oasis Ete...