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Miércoles.
Había llegado a la escuela y me fui directamente con mis amigas para dirigirnos al interior.
Estábamos en el pasillo y en eso sonó la campana indicando que las clases ya habían comenzado.
Me estaba por ir a mí clase cuando me percaté de que Sophia se había ido al baño. Le dije a mis amigas que se adelantar y yo las alcanzaría. Ellas me miraron dudosas pero asintieron y se fueron.
No podía desaprovechar esta oportunidad y la seguí hasta allí.
Cuando entre ella no estaba, supuse que estaba adentro de uno de los cubículos así que me recargue en los lavamanos esperándola.
Salió de uno de ellos y automáticamente clavé mí mirada en ella, me miró y soltó un bufido caminando hacia un lavamanos lejos de mí.
-¿Ahora me sigues?.-rompió el silencio que se había formado.
-No sabía que los baños son de tu propiedad ahora.-sonreí irónica.
-No lo son, pero me estás siguiendo.-me habló en un tono cortante.
Si lo estoy haciendo.
-No todo gira alrededor tuyo, Cerezita.-si lo hace.
Levantó su mirada y clavo sus ojos llenos de enojo en mí. Reze para mis adentros.
-No me llames así.-soltó con notable molestia y volvió su vista hacia sus manos.
Me quedé callada pensando en si hacer lo que estaba pensando o no.
Me arriesgué y lo hice.
-¿A no?.-hablé contra su oído y juro que pude escuchar como su corazón se acelero y como se estremeció ante mí acción.
Giro su cara haciendo que quede muy cerca de la mia, clavó su mirada filosa en mis ojos.
-No.-espondió luego de unos segundos en silencio.
-Pero si de niña te encantaba que te diga así.-acaricié su mejilla con mí dedo provocando que suelte un suspiro con pesadez.
