-Capitulo 34- El apellido es Campos (II)

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Sabado 12:40 PM

Sara

Lo que me sostiene la cabeza no es una almohada, es tibio, es duro, no me quiero levantar, huele rico, huele a vainilla y madera de caoba, se siente fresco, como tonka y sándalo, huele a hombre.

HUELE A HOMBRE!

Abro los ojos y la luz me hace cerrarlos de inmediato, siento la cama moverse y escucho las cortinas cerrarse, estoy desnuda, estoy solo cubierta con mi tanga, abro los ojos como puedo y está sentado frente a mi en la cama extendiendo un vaso de jugo y dos pastillas que espero sean calmantes porque la cabeza me va a reventar.

Señor por favor, si esto es una prueba busca otro soldado, dime que no me acosté con Alex, que no vine y me acosté con él estando tan borracha que no recuerdo una mierda. Tomo las pastillas intentando mantener la calma, si ya me acosté con él no hay remedio, de nada me sirve enloquecer ahora, de nada me vale entrar enpánico ahora.

—No hicimos nada.—

Gracias Dios mio, no vuelvo a beber, no toco una gota de alcohol en mi vida.

—¿Por qué estoy desnuda? Y tu...—

No aparta la mirada de mis labios y los rizos que le caen en el pecho desnudo, los maldito abdominales y esos malditos ojos tan seductores me hacen tragar seco, solo lleva unos boxers negros y tengo que detenerme a mi misma para no mirarlo ahi donde termina esa maldita V de musculos y comienza el infierno.

—Estas desnuda porque te desnudaste y me dijiste que querías ver que había debajo de mi pijama.—Ay virgen santa.—No te preocupes Sara, nunca he sido tímido.— dice.

—Eso no es lo que me preocupa, lo lamento, bebí mucho.—

Intento levantarme pero se me viene encima presionandome en la cama, virgen santa. —¿Aun quieres probar?—

¿Probar que? ¿Probar a quien? Intento recordar las estupideces que debí haber dicho y hecho anoche pero tengo la mente en blanco.


—No se de que hablas...— Digo intentando controlar mi respiracion y alejarme de el en la cama aunque literalmente no tengo salida.

—Me preguntaste si había estado con una mujer mayor, te dije que si, me preguntaste si quería estar contigo, te dije que si, me pediste que te mostrara y te mostre y me preguntaste si podías probarlo pero tuve que negarme, si vas a saborearme cariño, será cuando estés plenamente consciente, cuando puedas pasar la lengua por todo mi cuerpo y recordarlo, si vas a lamerme la boca como lo hiciste anochey quiero que lo hagas; tambien quiero poder enterrarte la lengua en otros lugares y que lo recuerdes, ahora dime, ¿te puedo probar?—

Mentiría si dijera que no me gusta, mentiría si dijera que no quiero, Dios mío tenme piedad, pensando racionalmente es un hombre, es un adulto, está en sus facultades mentales, pero es menor que yo y por mas que me está tentando, no debo.—No debo.—

—Yo si, te quiero lamer tanto que tendremos que cambiar las sábanas Sara, quiero enterrarte la lengua tan profundo que me que dejes saborearte las entrañas, quiero meterte los dedos y lamerlos, quiero que te me vengas en la boca y tires de mi cabello mientras me restriegas tu entrada en la cara. Te quiero lamer desde los pies hasta el cuello y que te retuerzas bajo mi lengua.—

El calambre que me toma desde el útero hasta el estómago me deja sin aire, abro la boca en busca del aire que me falta y el lengüetazo que me da en el labio me saca un gemido que no puedo controlar y aprieto las piernas buscando un alivio que no sabía que necesitaba.

Eros -BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora