Cap 72

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Severus miraba con irritación aquel lugar en Londres, no estaba nada cómodo con aquella ropa muggle y mucho menos con el ardor de la herida ya casi cerrada.

En aquel café se escuchó la campanilla que avisaba quien salía y entraba. Giro ligeramente la mirada y vio a aquella peculiar pareja entrar. Extendió su mano al joven mesero que nerviosamente corrió a prepararle su café.

-Buenos tardes señor Snape-

Como su madre le enseño se levantó y se inclinó dándole la bienvenida a la subdirectora y al director de Hogwarts. El joven mesero con disculpas dejó la taza de café y espero nuevas órdenes, que Minerva aprovechó para pedir un delicioso postre junto a Albus.

-Mi muchacho pensé que ya te habrías ido- sonrió el mayor de ver a la pelinegro frente a ellos. El tiempo había pasado pero seguía viendo aquellos rasgos de Eileen en él. -Minerva estaba encantada de venir y verte a ti junto a tu futura esposa- busco sin disimular -¿La futura señora Snape esta en el baño?-

La mujer mayor estaba ansiosa de ver a su aprendiz, la busco con anhelo.

-No está aqui- soltó el pelinegro fastidiado, se guardó sus comentarios al ver cómo Minerva Francisco el ceño. -De hecho no la he visto desde ayer-

-Quería verla- murmura la subdirectora sin oercartarse que había captado la curiosidad de Snape. Ella tosio para no mostrar debilidad ante su ex alumno -Fue un gran sorpresa al oír lo de tu boda-

-Para mi también- mencionó descaradamente.

Albus poso su mirada llena de conocimiento en Severus. Alcanzó a tomarlo de la mano, el pelinegro retrocedió disgustado por aquella muestra de afecto.

- Para Meridia y Eileen no era así- probó su postre haciendo una pausa dramática. Minerva lo miraba con sorpresa y Snape totalmente mudó -No puedo explicarlo, las madres ven algo que los demás no-

-¿Para que me llamaste exactamente?-

-Vamos Severus tendras una esposa- le golpeo la espalda en un gesto de cariño. -Me da gusto que será la señorita Rellish- miro divertido a Minerva -Mi aprendiz junto a la tuya, no pude pedir algo mejor- demostró un brillo en su mirada que dejó perplejo al pelinegro.

-Estoy contenta por usted señor Snape- Minerva limpio un pequeña lagrima porque sus niños se unirían. Solo rogaba a Merlin que esa unión pudiera dar orígen a algo más bello. -Será un honor darle clases a sus futuros hijos-

Severus se atraganto con su bebida caliente.

Un hombre apuesto ingresaba a un local apartado del ojo público. Al tocar la puerta tocó, saco un par de monedas al hombre que lo miraba con atención. Momento después se le permitió entrar.

Los pasillos estaban muy oscuros, sabía muy bien que afuera no se escucharía sonido alguno. Logró dar hasta su objetivo, con un nudo en la garganta no quería perturbar a las parejas en su momento muy íntimo.

-¿Puedo ayudarlo en algo?- asintió viendo a un mago bajo regordete. -Sígueme por aqui- le dio una sonrisa que le dio escalofríos. Caminaron un par de pasillos más hasta que entró a una habitación con olor a cigarro y un aroma dulzón. -Relájate y disfruta-

La puerta se cerró dejándolo solo.
Se sentó en la cama con todo el cuerpo tenso. Con temor se acercó a un gran espejo viendo en su reflejo su verdadera forma, estaba encubierta con su apariencia varonil.

Eris vio aquellos cigarrillos, tomó uno recordando a Silas. Lo encendió y provo, el alivio comenzo a llenar su sistema. Todo se derrumbó al sentir unos brazos que se metían por debajo de su camisa.

Intento girarse y ver a su acompañante, un fuerte empujón derrumbó esa idea. Al sentir el material del colchón su timidez se volvió evidente. Las manos insistentes se movían de sus espalda hasta casi llegar a sus muslos.

-Estas tan tenso-

Rellish se consideró si esta había sido una buena idea. Desde que Bella menciono aquello tuvo por primera vez inseguridad en sus habilidades maritales. Un beso en su cuello le brindó un dolor punzante en su pecho, sabía lo que era.

Aceptó esa señal de que era suficiente. Con rapidez se volteo, sin querer sintió cierta parte ya despierta. Atrapó las manos ajenas que estaban a punto de provocarle un accidente en sus pantalones.

-Espera- la levantó en brazos a acostandola de espaldas en la cama. Vio una hermosa mujer joven mirarla con adoración, bueno a su parte masculina. -Necesito hablar-

La joven estaba confundida, el era apuesto. Se sintió atraída, cumpliría su trabajo sin problema. Pensando que estaba dudando se acercó, colocando sus brazos en el cuello del caballero.

Eris volvió a sentir aquel dolor. La empujó un poco más fuerte tomando sus manos hacia arriba de su cabeza.

-No es lo que tu crees- con determinación y sus cálculos adecuados volvió a ser ella. Su cuerpo se encogió revelando sus curvas, de su pecho plano comenzo a crecer. -Esto no es por lo que vienes- se separó.

La joven mantenía sus ojos en aquella aparición, vaya sorpresa de ver un caballero guapo a estar ahora en presencia de una diosa.

-¿No requiere mis servicios?-

Eris se sentó cerca de la chica, no se había percatado que algunos botones de sus camisa se habían abierto.

-¿Sabes quien soy?- espero pacientemente, sonrió al ver a la chica negar con la cabeza -Eso es bueno, vine aquí para que habláramos- apareció un gran bulto de dinero que dejó muy cerca de la mujer -¿Te parece bien?-

La chica asintió con una sonrisa nerviosa.

-Pronto me casare- la detuvo al ver cómo abría su boca carmesí por el labial -Necesito que me enseñes un par de cosas- se puso muy seria alarmando a la joven.

-Esta.... bien- sonó insegura. Esto era tan peculiar en su área laboral.






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