༺¿Octavia te habló de eso?༻
Athenas agitó la mano y las velas saltaron a la vida, pero Kryo mantuvo el mentón alto. Bueno, hasta que observó lo que había dentro.
Las palmas de las manos empezaron a sudarle cuando vio ese estudio inexplicablemente enorme, opulento que se abría dentro de su pequeña tienda. Había tomos y tomos alineados en la pared como guerreros de un ejército, y alfombras gruesas y delicadas tendidas por toda la carpa.
Hacía más de dos meses que había abandonado la fortaleza, y hacía más de una semana que había vuelto a ella. Si planeaban cruzar el muro, la habitación repleta de oro en la fortaleza les servía, al igual que las armas y cualquier cosa que les fuera útil: como la gran bandera con el blasón de los Nidhögg, claro.
Aunque Athenas y Geralt le habían dicho que no volviera, Kryo, por lo menos tendría que hacerles saber que tendría que buscar el huevo... aquel dragón podría ser una pieza muy —por no decir demasiado— importante en su último juego. Cuando Kryo llegó al lugar, todas las esperanzas que Athenas y Geralt intentaron cavar, florecieron, brotaron hacia la luz al ver el lago, más bien al cráter de hielo en su lugar. Su ísseiðr ya no estaba, el huevo ya no estaba.
Kryo cabalgó con sus guardaespaldas por los alrededores, pero no tuvieron éxito en aquella búsqueda. Volvieron al campamento con las manos cargadas de cosas, pero las de Kryo volvieron vacías.. aferradas a la montura de su yegua blanca.
Pero, algún día... pronto, se corrigió. Llegaría con su pueblo en una montura completamente diferente.
Solo había un método para hacerlo.
—¿Necesitas algo más, Myrkva?—preguntó Athenas, pronunciando su nuevo título como un insulto. Kryo apretó la mandíbula hasta que le dolió.
Athenas seguía detrás de ella.
—No —respondió, y entro en el carpa dando zancadas. No quería pensar en la manera en la que la había mirado, en las llamas despreocupadas con las que la observaba ahora.
—Te dejo, entonces —dijo Athenas, cuando el silencio entre las dos se volvió demasiado largo, demasiado tenso.
Kryo no se movió hasta que ella cerró las pieles de la entrada y la dejó dentro. Sintió el latir de su corazón en todo el cuerpo cuando se acercó al escritorio. Tuvo que permitirse descansar para la cena y para dormir, pero estuvo de vuelta entre los libros antes de que hubiera salido del todo el sol.
Se recostó sobre el sillón y se refregó los ojos con las manos. Las palabras grabadas en las páginas amarillentas parecían deslizarse ante sus ojos, formando una letanía de símbolos y frases sobre relatos de monstruos desconocidos para ella. Cuando las letras por fin dejaron de danzar frente a ella y burlase, sus ojos captaron el relato detallado de arañas gigantes. El tomo describía criaturas monstruosas con patas que recordaban árboles jóvenes en invierno y mandíbulas capaces de triturar huesos.
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¹Reyes del Norte•GOT
FantasíaLa casa Nidhögg es una estirpe tan antigua como los mismos hijos del bosque. Estos primeros hombres, cuyos nombres resuenan en las leyendas susurradas por las nanas durante las noches de insomnio, libraron una eterna batalla contra los amos de drago...