—No tiene por qué ser así—Se dijo a sí misma, mirándose al espejo y tomando las píldoras que le habían regalado.
Le habían dicho que era efecto inmediato así que tan pronto como aterrizaron, la ansiedad se iba hacia abajo como el agua con aceite, agradecía que no tenía que ser ella durante un par de horas, sostener problemas, señalarse por perderse en el camino y no ser lo que esperaba, pensó en que los demás no podían juzgarla tan severo porque solo quería olvidarse de las grietas internas que dejaban escapar lo peor de ella.
Al abrir la puerta, entre el choque con algunas personas, alguien la notó.
—¡Hey! Yo te conozco—Dijo alguien, señalándola—tu rostro se me hace atractivamente familiar—Dijo con una sonrisa, Sarada entornó los ojos y siguió andando, pero el tipo no se rendiría—Vamos, fue solo un cumplido, ¿También te cuesta aceptarlos?
Él estaba desesperado, ya era más de medianoche y aún no había conseguido con quien compartir fluidos a comparación de los otros idio/tas que le acompañaban
—piérdete imbécil—Le dijo con seguridad, esperando que se fuera y que notara sus pocos segundos de lucidez
Él nuevamente se dijo a si mismo que no se rindiera fácilmente, sí la conocía, había visto esa mirada enfadada en alguna parte, no recordaba donde, pero decidió seguirla, no se veía bien, se agarraba de las paredes para andar, en unos minutos más y con unos cuantos tragos se convertirían en mejores amigos. Silbó mientras la seguía, abriéndole las puertas y empujando a varios que estaban ahí para que ella pasara sin problema, observaba su rostro perdido esperando que ella le agradeciera, pero Sarada estaba más enfocada en que las paredes no se la comieran, que en lo que había a su alrededor. Se tallaba los ojos, pero los flashbacks regresaban a ella haciéndola que cada vez se sintiera más desesperada, se suponía que esto la haría olvidar, no tener una profunda epifanía sobre su pasado.
Llegó a la piscina y se sentó en la orilla, quitándose las botas y arrojándolas al lado, metiendo los pies al agua, trataba de despejarse, de sentir que estaba en algún lugar fuera de sus pensamientos, de esos buitres que no tardarían en sacarle los ojos y nublar la visión, sumergiéndola en aquellas tormentosas olas del pasado, las manos sobre su cuello y ella luchando por salir del agua.
Él trataba de recordar el rostro de aquella chica, acomodo su cabello detrás de la oreja y vio las perforaciones, su rostro lo delató, y la furia lo habitaba. Esta golpeó su mano, retirándola.
Ese movimiento lo había guiado a aquella laguna mental, a Ivy. Pero ¿Qué había sucedido esa noche?
Tal vez él no lo recordaba completamente, pero los fragmentos venían más rápido de lo que imaginaba. Sarada observó los movimientos del chico con el ceño fruncido tomando sus manos, el intentaba buscar el tatuaje de la serpiente, pero Sarada no lo tenía, por más que Sarada tratara de enfocar el rostro de ese chico no podía, veía un rostro distorsionado, no lo reconocería en ese estado.
—¿Qué tanto me ves?—Ahí estaba la frase ganadora que lo llevaría a armar todas las piezas del rompecabezas
Ella fue la chica que le metía ideas a Ivy, que la hizo dudar de la relación de ambos, esa chica que la había hecho lesbiana.
En ese tiempo Sarada salía con Nobori, Daichi e Ivy eran pareja, ese día festejaban el aniversario de 3 años, pero él había notado algo raro desde que Ivy hablaba con Sarada, en ese entonces ella usaba el seudónimo de Lyla, ya que le habían pagado para nuevamente salir con un chico.
Nobori no era distinto a los demás, coqueteaba con las chicas de su alrededor frente a ella, alardeaba de su físico y su fuerza, era alguien completamente aburrido para Sarada, al principio el bombardeo de afectos, de regalos, comida, atenciones empezaba a gustarle, pero, así como le daba eso, así se lo quitó. A Nobori le gustaba que le pusieran atención, que lo escucharan, que le llenaran de elogios los oídos pero Sarada no cumplía con esos requisitos, estuvo a punto de dejarla en más de una ocasión, pero Sarada supo cómo retenerlo, no le interesaba él, le interesaba Ivy, había hecho una amistad por su cuenta, se había entendido con esa chica, hacían los mismos chistes tontos y se reían de las imágenes de humor absurdo, su favorita era "Elmito de las cavernas" donde salía un elmo chiquito en una cueva.
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La propuesta
FanfictionCansada de su vida poco privilegiada, del sufrimiento de su amiga por sus relaciones románticas, de la violencia cotidiana en su entorno y por el constante cuestionamiento acerca de su nula interacción romántica, Sarada Haruno decide aceptar una pro...