Capítulo 24

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Escucho que mi teléfono suena e inmediatamente abro un ojo, al intentar moverme, siento un peso sobre mí, me aprieta con la intención de que no me mueva «Aitana»

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Escucho que mi teléfono suena e inmediatamente abro un ojo, al intentar moverme, siento un peso sobre mí, me aprieta con la intención de que no me mueva «Aitana».

Logro apartarme un poco para poder alcanzar mi teléfono, noto que son las cinco de la mañana, por lo que ahora está amaneciendo, contesto y es mi secretaria informándome que tengo una reunión de último momento a las siete de la mañana.

Cuelgo y me volteo apreciando a la pelinegra sobre mi pecho, su larga cabellera esparcida alrededor de la almohada. Detallo su rostro y lo único que se me viene a la mente es perfección. Su nariz perfilada y pequeña, cejas perfectas para su rostro, labios carnosos que gritan bésame, sus pestañas pobladas y ni hablar de los hermosos ojos azules que te hipnotizan y hacen querer poner todo el mundo a sus pies.

Me alejé especialmente para huir de los sentimientos que me estaban llegando, en la mafia me inculcaron siempre que no debo sentir nada, me prepararon psicológicamente para ser un hombre frío, por lo que en mi cabeza solo estaba el significado de que los sentimientos es sinónimo a debilidad.

Al darme cuenta que ya no era simple sexo con Aitana, la única forma que encontré al sentirme acorralado, fue alejarme, «Y siempre me reprocharé eso».

Coloco mi brazo sobre mis ojos mientras espero que la pelinegra se despierte, me meto en un océano de pensamientos, que no noto el momento en que empezó a amanecer.

Escucho que el teléfono de Aitana suena con una alarma y ella maldice en alemán «Por alguna razón le gusta maldecir en ese idioma».

Ella apaga su teléfono y se vuelve a colocar el cobertor.

—Cinco minutos más no le hace daño a nadie— Dice soñolienta y me río por lo que dijo.

—Lo dices como sí te importara hacerle daño a las personas— Le digo tomándola de la cintura y subiéndola sobre mí.

Ella tiene los ojos cerrados e intenta abrirlos, cosa que no logra.

—Con más razón— Dice y me abraza apoyando su cabeza en mi hombro con intenciones de dormirse otra vez «Parece un koala».

—Sombra...— Digo pausadamente tomando su cabello desordenado —Me tengo que ir.

Pienso que me va a ignorar al no moverse, pero habla.

—¿No te parece buena idea quedarnos todo el día en la cama? Porque a mí me parece estupenda— Suelto otra risa.

—Aunque me tiente la idea de tenerte a mi merced, debo hacer cosas.

Me levanto y me suelto de ella dejándola en la cama.

—Bien— Me dice —Ahí está la puerta, que tengas buen día— Señala la puerta para después acostarse otra vez.

Sombras & Secretos (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora