Único

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Soledad.

Eso era todo lo que Taehyung podía sentir mientras el agua del frío mar inundaba sus pulmones. Se encontraba luchando contra la fuerza de las olas, aunque no quería ser salvado. Lentamente sus ojos se cerraron en un último suspiro de tranquilidad.

Paz.

Era lo único que podía sentir mientras perdía la conciencia. De pronto un tirón en su mano logró hacer que abriera los ojos, encontrándose con lo que parecía ser un ser humano. El mar comenzó a moverse hasta levantarse y Taehyung no pudo soportar la impresión. Lo último que recordaba era haberse desmayado en los brazos de aquel hombre misterioso.

Entre turbulentos recuerdos el castaño se levantó súbitamente de la cama del hospital.

Jadeó ansioso.

Alguien lo había salvado.

En este punto de su vida no sabía si agradecer o insultar a esa persona.

Estaba claro que no quería ser salvado, porque la esperanza y las ganas de vivir eran inexistentes en su subsistencia. Escribir ya no tenía sentido, pues lo poco que lo inspiraba se esfumó más rápido que una ráfaga de humo. Sabía que necesitaba encontrar una musa, pero era algo imposible en un mundo tan materialista e insustancial.

—¿Cómo se encuentra, joven Kim?—le preguntó el doctor, totalmente sumergido en sus notas médicas.

—Bien—susurró Taehyung, arropándose un poco con la delgada manta del hospital.

—Eso es bueno. Fue muy peligroso entrar de esa manera al mar, sabiendo que nos encontramos en invierno.

—Lo sé—respondió fastidiado.

—Es un milagro que haya sobrevivido a la hipotermia. Tuvo un edema pulmonar, así que le indicaré los cuidados y el medicamento que deberá tomar—le dijo pacientemente el doctor un poco mayor—Tomará un diurético y un antianginoso, estos le ayudarán a eliminar el exceso de agua en su cuerpo y cualquier dolor o molestia que presente en su pecho. Para el cuidado regular sólo seguirá una dieta baja en sodio. Eso sería todo por mi parte, puede firmar en la recepción para que lo den de alta.

—Gracias—fue todo lo que Taehyung pudo responder, tomando la receta indicada por el doctor.

¿Ahora qué haría con su vida?

La misma pregunta se repetía una y otra vez en su mente.

Debía volver a su viejo departamento y vivir como un veinteañero normal, a pesar de encontrarse desempleado y no haber entrado a la universidad.

Todo era una mierda.

Resignado a su destino, caminó a casa. Un lugar en el que absolutamente nadie lo esperaba.

Su mejor amigo y única inspiración había fallecido el verano pasado y él no lograba superarlo.

¿Cómo superas que te hayan robado tu felicidad?

Él como poeta lo veía imposible.

Porque ningún verso es capaz de expresar lo que sintió el día que Park Jimin murió. Las flores se marchitaron, bebés lloraron y el cielo se tornó gris tras la muerte de una de las personas más puras del universo.

Suspiros Sofocados © - KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora