"Aquella que Explora"

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A través de campos arenosos, montañas irreclamadas, o incluso praderas frondosas. Daba igual donde llegarás o con quién tratarás.

Todo humano tenían parsmenios. O así llamaban los humanos a la especie de Eshonai de manera vulgar. En idioma oyente significa "Aquel que Obedece." Que palabra más repugnante y acertada al mismo tiempo

Eshonai había visto con sus propios ojos crueldad de los humanos, lo que eran capaces de hacer a una raza que no fuera la suya. Incluso se mataban y maltrataban entre ellos solo por su rango social o su color de ojos, ¿quién entendía a esas criaturas de piel frágil, pero alma retorcida?

Ver tantas caras inexpresivas, tanto silencio para una raza que se destacaba en sus bellos cantos, ver tanto gris en sus corazas, antes rojas, llenas de vitalidad. Todos habían adaptado la forma gris, la forma prohibida, la forma que tenía un esclavo. No emitían Tonos, ni siquiera los más sencillos o los más falsos, solo un silencio abrumador.

Cuando Eshonai salió de su hogar, con una alegría envidiable, con la esperanza de encontrar un nuevo mundo maravilloso, solo encontró dolor, sufrimiento y esclavitud.

Así concluyó, con mucho pesar en su alma, que su pueblo estaba destinado a ser una herramienta, una marioneta para la humanidad. Su más perro servicial, todo esperanza se había esfumado...

Hasta que escuchó sobre aquella leyenda. La leyenda sobre un pozo de poder infinito, donde reside el antiguo Dios que su propio pueblo había rechazado hace milenios.

Un Dios malvado, tirano, pero que les quería, les respetaba. Entre un soberano con poder infinito que cuidaría de tu pueblo y una raza que se había dedicado a cazar y vender a tu raza como animales, la elección de Eshonai estaba hecha.

Encontraría ese pozo, a ese Dios, y le convencería de que le ayudará a liberar a su pueblo, sin importar el riesgo o el precio a pagar.
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El galope de los caballos solo era acompañado por los pasos silenciosos del grupo de parsmenios. Eran algo lentos, había que darles algún golpe o apuñalarlos entre sus corazas para hacerlos acelerar.

Los humanos no dejaban descansar a los pobres oyentes, algunos eran arrastrados por los caballos al no tener más fuerza.

"Oye Norin, apuñala a alguna en el brazo, que a este paso, tu caballo no va a poder con tu panza y 15 parsmenios arrastrándose."

"Jajajaja, que tormentosa gracias, Gilan. Si los daño mucho, su precio en el mercado disminuiría, y luego el que se lleva la culpa soy yo, por Kelek."

"Eso es porque comes más de lo que pesas. ¿Cómo quieres que tu caballo avance?"

"Cierra la tormentosa boca, hijo de perra. Como desearía tener uno de esos carros, ahí pueden entrar 30 parsmenios si los aprietas un poco"

"Pero esa cosa cuesta como 2 broams de diamante y... Hey, que es eso de ahí?"

Ambos humanos se detuvieron, cuando, en medio del camino, se encontraba una figura un tanto peculiar. Era obvio que era un parsmenio, pero sus corazas no eran grises, sino rojizas. Su mirada no estaba perdida, veía a ambos humanos con furia en sus ojos. Llevaba encima una ropa común parsendhi, al igual que dos espadas shin.

Era ella. Los rumores eran ciertos, quedaba una última parsendhi por esclavizar, una última alma por doblegar. Eshonai, la conocida liberadora y rebelde. En su idioma natal, "Aquella que Explora".

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⏰ Última actualización: Apr 25 ⏰

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