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Hoy empiezan los Juegos.

Me mantengo lo más optimista que puedo pero siendo realista, podría estar muerta en unas pocas horas o quizá antes.

Lo primero que hice al volver de la entrevista fue buscar a Ethan, pero no estaba por ningún lado. Encontré a otros dos Avoxes pero no al que buscaba y eso me frustra enormemente, en especial porque en toda la noche no dormí ni una hora completa ya que mí mente daba vueltas entre los posibles escenarios de la Arena y las palabras de Ethan. Tampoco quise hablar con nadie por el resto de la noche y afortunadamente lo entendieron porque nadie me molestó.

No quise a todo el equipo de preparación aquí, no me siento capaz de lidiar con nadie por lo que solo permití que Mina entrara, y solo a peinarme antes de partir porque los últimos arreglos se harán en las catacumbas debajo del mismísimo estadio.

Las hábiles manos de la estilista terminan de darle el último toque al peinado, el mismo que siempre llevo, el mismo que le pedí: dos trenzas finas de cada lado de la cabeza y una más gruesa en el centro dejando el resto de pelo suelto. Mina sale de la habitación después de eso y yo me miro al espejo. Parezco yo misma. Bien.

Pese al nudo que siento en el estómago me obligo a comer una cantidad generosa de comida. No bajo al comedor sino que pido que me la lleven a la habitación y al terminar me cepillo bien los dientes y me siento mirando a la ventana esperando a que sea hora de irme.

Tocan la puerta y me levanto para abrir, tal vez sea Mags (aunque me despedí de ella anoche antes de la entrevista), espero que no sea Sienna. Ojalá sea Ethan.

No, no es Ethan.

—¿No soy lo que esperabas?—pregunta divertido cerrando la puerta trás él.

—Pues...

—Oh vamos, no pensaste que te dejaría ir sin despedirme ¿O si?

Intento sonreír y fallo estrepitosamente. Finnick se acerca y pasa sus manos por las largas trensas, las mira con atención y juega con ellas solo para molestarme pasándome las puntas por las mejillas y el cuello. Sonríe cuando yo bufo.

—¿Recuerdas lo que te dije sobre mantenerte fuera de alcance?—asiento. No tengo muchos ánimos de hablar que digamos— bien, porque eso es lo que tienes que hacer pero si te atacan, que lo harán no dudes en responder. Si dudas mueres ¿Entiendes?

Por supuesto que lo entiendo. En realidad, una parte de mí desearía no hacerlo.

—Moveré cielo, mar y tierra si hace falta pero de que te saco de esa Arena te saco—promete con tal convicción que no deja lugar a dudas. Su mirada es feróz, se que si todo esto estuviera en sus manos yo no habría entrado. Nadie habría entrado.

Pero no está en sus manos. Y esto de los Juegos...Nunca lo había sentido tan real como ahora.

—Me ofendería si no lo hicieras Odair, ese es tu trabajo, justifica tu sueldo al menos—me las arreglo para responder de forma exigente, casi normal; él sonríe pero a diferencia de otras tantas veces no me sigue el juego, solo se limita a mirarme de una forma que no logro descifrar, por un tiempo que me parece eterno.

—Mira. Soy pésimo con las palabras—suelta por fin— y tal vez para ti sea una estupidez pero esto tengo que decirlo—una de sus manos pasa de mi cabello a mi barbilla, levantándola y asegurándose de que lo vea. Puedo mirarme en sus ojos—:Desde el día en que te conocí te has convertido en...ni siquiera sé como explicarlo porque yo mismo no lo entiendo, a veces eres un fastidio pero también eres mi ángel, Via, con todo y tu sarcasmo y el mal humor—dice y yo me río, una risa breve y ahogada pero que está ahí.

Este idiota siempre sabe cómo distraerme de las cosas malas.

—¿Así que soy lo mejor que te ha pasado en la vida?—arqueo la ceja. Espero a que responda con algún golpe de egocentrismo o sarcasmo como es tan usual en nuestras bromas.

My Angel From The Sky (Finnick Odair, Octavia Blake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora