Una semana llevaba en el apartamento de Alban, y solo cuando tenía una pausa dentro del día se permitía pensar en la facilidad con la que habían compenetrado sus rutinas.
Por la mañana compartían ducha, a menos que despertara con ganas de espacio personal o de arrancarse la piel debido a la ansiedad que se acrecentaba mientras más días pasaba sin hablar con Ian. Luego, llegaban a la cafetería juntos y más tarde almorzaban en el parque lo que habían preparado la noche anterior. A casa regresaban caminando.
También, llevaba una semana buscando la manera de tachar las características de la lista de su personaje como logradas. Sabía que aquellos rasgos componían una personalidad y que la suya no cambiaría en un par de días, pero había pequeños pasos que podía dar para acercarse a ellos.
—Podría ayudarte —dijo Alban, rodeándole los hombros con un brazo. Bianca enarcó una ceja y él sonrió—. A que te sueltes en la medida que quieras. A hacer cosas nuevas. A descubrir qué tipo de contacto físico te gusta, cuándo y por qué. Resolver esas dudas parece ser importante para ti, lo noto justo antes de que me buscas.
Alzó ambas cejas y le dio un codazo en las costillas.
—Yo no te busco, no sé de qué hablas —respondió y desvió la mirada mientras reprimía la sonrisa.
Él rio y se inclinó para acariciarle la mejilla con la punta de la nariz. Le dio un beso en la sien y la aferró aún más a su cuerpo.
—Me gusta cuando estás cerca de mí, pero quiero que siempre lo hagas con seguridad.
—¿Qué ganas tú?
Le estudió el rostro con el ceño fruncido.
—¿Por qué tendría que pedir algo a cambio? Eso es lo primero que tienes que saber sobre el contacto físico, Bianca: no forma parte de un acuerdo, ni mucho menos de uno inflexible. A menos que quieras decir específicamente en qué situaciones no te gusta ser tocada y cómo. Pero lo usas porque te nace del corazón, respetando tus límites y los del resto. Sin embargo, que lo hagas una vez no implica que debas hacerlo siempre, menos cuando no quieres —explicó, jugando con el pelo que a ella le caía por el hombro—. Sí, a mí me encanta sentirme cerca de las personas de esa forma, pero no existe quien pueda dármelo cada vez que yo quiera. Nadie existe para estar a nuestra disposición; somos humanos libres.
Sintió su corazón encogiéndose al recordar la noche de la pesadilla, lo frágil que lucía y lo fácil que había sido conducirlo a la calma a través del abrazo, caricias y besos que había podido entregarle.
—¿Crees que algún día encontrarás a la persona con la que te sientas lo más cómodo posible?
—Que sea algo que me encante no lo vuelve una prioridad.
—Deberías considerarlo como tal si es una necesidad.
—Puedo conseguirlo de formas que ninguna relación tienen con lo que estás insinuando. —Esbozó una sonrisa ladeada.
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Purplish
RomanceEl primer pensamiento que ocupó la mente de Bianca cuando despertó fue que moriría. Una certeza que iba más allá del conocimiento de que todo lo que nacía, algún día debía marchitarse. Los objetivos con los que escapó de su caótico hogar junto a su...