Día 23 - Primer beso

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Sam estaba desanimado, frustrado; la extracción de la gracia había sido dolorosa, aún podía sentir el piquete en su cuello y esas convulsiones que le había perforado en la cabeza como un dolor fantasma... y lo único que obtuvieron fue un pequeño humo que se desvaneció en el cáliz.

El silencio entre ellos era incómodo. El ángel a su lado se veía igual de desanimado que él, parecía pensativo, quizá triste. Era difícil saber que pasaba por su cabeza cuando no solían pasar mucho tiempo juntos, especialmente ahora que estaban solos, sin Dean alrededor de ellos.
Sam solo suspiró. No había nada más que hacer respecto a Gadreel, al menos por ahora.

Castiel parecía sumido en sus propios pensamientos. Sam lo observó de reojo, preguntándose qué estaría pasando por su en ese momento. Recordaba sus palabras luego de haberle sacado la jeringa y curado sus heridas, negándose a seguir. "Nada vale la pena perderte", esas palabras seguían resonando en su cabeza como un eco constante. Por primera vez, el ángel le había compartido algo profundo.

Cas había cambiado, había experimentado la humanidad de una manera que pocos o ningún ángel probablemente había hecho, y en ese proceso había llegado a entender a Sam en un nivel que antes le era imposible, ajeno.

La partida de Dean había sido amarga, pero dejarlos solos le habían dado a Sam oportunidad de pasar tiempo con el ángel y conocerlo de nuevo. De alguna forma estaba disfrutando el tiempo que estaban pasando juntos por primera vez sin su hermano o sin estar en la habitación sucia de un motel.
Claro, en los días anteriores aún había estado presente esa pizca de incomodidad por el asunto de Dean y Gadreel, incomodidad que, para suerte del cazador, Cas había mencionado primero.

El estar rondando en la presencia del otro, compartir los mismos espacios en el búnker, incluso cuando investigaban juntos en la misma habitación, aunque no dijeran palabra alguna y solo se escuchara el ruido de los libros y del tecleo constante en la laptop. Era agradable.

Sam lo miró pensativo, dudando. El hechizo no había funcionado, pero lo habían intentado juntos y eso era lo que importaba. A pesar del fracaso, Cas había estado allí para apoyarlo a su manera.

Así que sin decir una palabra, rodeó a Cas con sus brazos.

El abrazo fue incómodo al principio. Castiel no respondió de inmediato, su cuerpo quieto como si estuviera desconcertado por la muestra de afecto, o simplemente no familiarizado. Sam pudo sentir la rigidez del ángel, y aunque el gesto se sentía unilateral, persistió, recordando que su amigo no era el más expresivo de los seres,

—Esta es la parte donde me abrazas también —murmuró Sam un poco torpe, esperando que sus palabras disiparan un poco la incomodidad entre ellos.

Como si finalmente hubiera recordado que también podía moverse, el ángel correspondió al abrazo de manera lenta y cautelosa, como si estuviera descubriendo cómo funcionaban los abrazos. Sam apenas pudo contener una sonrisa ante la situación, sintiendo cómo su amigo movía sus manos lentamente para rodear su espalda. A veces olvidaba que Cas no estaba acostumbrado a interacciones tan sencillas y cotidianas, algo desconcertante pero tierno.

Se apartó lentamente, sintiendo cómo la incomodidad se desvanecía poco a poco entre ellos. Le dio una palmada amistosa para regresar a sus cosas, sin embargo, Castiel lo miró un poco más, con su mirada pensativa característica y una pequeña sonrisa, como si quisiera decir algo más.

Le sonrió también, aunque incómodo ante la mirada intensa de su amigo, preguntándose si el abrazo había estado bien o si había algo más que quisiera mencionar. Pero antes de que pudiera apartar la mirada o decir algo, Castiel dio un paso hacia él, acortando la distancia. Con la misma cautelosidad con la que lo había abrazado, se inclinó ligeramente hacia él, sujetando su rostro lentamente con una mano. Los ojos azules parecían buscar algo en su estructura facial y luego lo miraron directamente.

Sam no dijo nada, ni siquiera podía moverse. Sabía la intención del gesto, estaba demasiado familiarizado con esa acción como para no entenderlo, pero la idea de que el ángel realmente fuera a hacer lo que estaba pensando parecía... irreal.
Cas siempre había tenido esa falta de tacto que desconcertaba a otros. No era la primera vez que lo tocaba sin permiso o que hacía algo extraño, quizá estaba viendo algo más en su cara.

Entonces Cas lo besó.

El beso fue tan rápido e incómodo como el abrazo, siendo primero una presión unilateral de los labios del ángel contra los suyos, donde ahora él era quien estaba rígido y confundido. Estaba aturdido, pero al igual que Cas, como si hubiera procesado la situación, en pocos segundos le devolvió el beso lentamente, en un movimiento suave y claramente dudando, pero que poco a poco logró formar un beso decente.
Los labios de Cas eran suaves y casi tímidos en su contacto. No fue un beso apasionado, ni siquiera algo largo, pero se sentía significativo. Se sentía diferente.

Después de unos segundos, Cas se apartó, calmado como siempre, como si no hubiera pasado nada fuera de lo común, mirándolo con la misma calidez con la que lo había mirado cuando se separaron del abrazo.

—Gracias -dijo con su voz tranquila, imitando la palmada amistosa de Sam, pero acariciando su hombro en lugar de darle un apretón. Luego se retiró de la habitación sin decir más.

Sam se quedó de pie, tratando de procesar todo lo que acababa de suceder. No había esperado eso, en absoluto.

Pero a pesar de la confusión, había una extraña sensación de calidez. Con un suspiro, regresó a la mesa sintiendo la necesidad de distraerse, tratando de no pensar en que había sido besado por el ángel.

Sastiel Kisspril 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora