Día 24 - Esquimal

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Sam estaba postrado en la cama del hospital, observando con cansancio a Lucifer, quien leía animadamente un cuento en la silla a su lado.
Estaba cansado, ni siquiera podía distinguir lo que era real o no en este punto, solo recuerda la terapia de shock y alguien disculpándose con él, Dean o quien sea que haya venido por él. Su mente estaba atormentada por las alucinaciones, por los recuerdos distorsionados que lo asaltaban una y otra vez.

Un ciclo interminable de dolor, confusión y dolor otra vez. Solo eran él y Lucifer.

Cerca de la puerta, Castiel lo observaba con preocupación, sintiendo el peso abrumador de la culpa por lo que había hecho. Había recuperado su memoria hace unas horas y una parte de él desearía no haberlo hecho. Estaba carcomido por los recuerdos de lo que había hecho, recordando cada una de sus acciones como Dios en la tierra y el cielo.

El peso de la culpa lo aplastaba, recordándole cada decisión errónea que lo había llevado a este punto, con las consecuencias de sus errores resonando una y otra vez en su cabeza, pero siendo lo más desconcertante presentado frente a él, en esa camilla: Sam. La evidencia más cruda, observable y tangible de sus acciones

Él hizo esto. Desencadenó el caos en la mente de Sam al intentar jugar a ser Dios, había roto la pared en su mente como una decisión egoísta, cegado por el poder de los leviatanes, y llevado el trauma de la jaula directo a la cabeza del cazador. Él derribó su muro, su única protección contra todos los horrores que había vivido en la jaula, lo único que lo separaba de recordar todo ese dolor y sufrimiento.
No quedaba pared que reconstruir, ni un solo ladrillo. No había nada que pudiera bloquear lo que sea que estaba ocurriendo en la cabeza de Sam.

Le abrió las puertas al diablo, y ahora no podía hacer nada

La habitación estaba sumida en un silencio pesado. Dean miraba con impotencia, sintiendo cómo la desesperación se apoderaba de él al ver a su hermano sufrir de esa manera y no poder ayudarlo de ninguna forma.

—Lo siento —murmuró el ángel, su voz apenas un susurro cargado de remordimiento—. Esto no es un problema que pueda hacer desaparecer. Y lo sabes.

Dean frunció el ceño, sintiendo la frustración crecer dentro de él. ¿Cómo podía simplemente disculparse y quedarse de brazos cruzados mientras su hermano se desmoronaba frente a ellos?

Pero antes de que pudiera decir algo, el ángel pareció tener una idea.

—Pero tal vez pueda... intercambiarlo... —dijo pensativo, y Dean levantó una ceja confundido. ¿Intercambiar qué?

Pero antes de decir algo, Castiel se acercó a Sam con pasos rápidos y decididos,  sentándose en la orilla de la cama donde el cazador lo miraba confundido, aterrado de su cercanía.

—Será mejor así — le dijo a Dean antes de volver su atención a Sam—. Estaré bien. —dijo con determinación mientras se preparaba para lo que estaba a punto de hacer.

Centrando su atención en el cazador, se acercó aún más a su rostro, hasta que sus frentes estuvieron casi tocándose.
Sam temblaba, viendo a Lucifer en lugar de su amigo y claramente aterrado y ansioso por lo que fuera que Lucifer le iba a hacer esta vez.

Dean contuvo el aliento, sin estar seguro de lo que iba a pasar a continuación.
—Espera, Cas, ¿qué estás haciendo? —preguntó Dean, sintiendo el nerviosismo apoderarse de él mientras veía la acción inusual y a su hermano asustado.

El ángel simplemente ignoró la pregunta de Dean,

—Ahora, Sam... —comenzó, con su voz clara y en disculpa—. Esto puede doler.

Lentamente el ángel aproximó su rostro y frente contra él, sus narices casi juntándose y la tensión llenando el aire de la habitación. Dean estaba tan confundido como Sam, quien solo se preparaba para lo que Lucifer fuera a hacer con él.

Así, Cas juntó su nariz con la contraria, en un suave roce donde la punta de su nariz pareció besar la de Sam, como un gesto suave y de disculpa, un acto de compasión hacia el cazador.

—Si no puedo decirte esto después... quiero decirte que lamento mucho haberte hecho esto —dijo Cas con la voz llena de remordimiento, cerrando los ojos y finalmente dejando que todo el trauma, las alucinaciones y la esencia de Lucifer pasaran de Sam a su propio cuerpo, observando por última vez al cazador, viendo la expresión de dolor en el rostro de Sam antes de que todo se pusiera borroso y confuso.


Sastiel Kisspril 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora