Finn:
Después de que Elijah se marchara tras el almuerzo, pasé el resto del día hablando con Andrea, liberándonos de todos los secretos que habíamos guardado. Fui sincero con ella, admitiéndole que desde hacía unos meses no estaba en una relación formal y que solo me veía ocasionalmente con Alice, una colega médica.
Le expliqué que no compartíamos sentimientos ni compromisos, ya que todo estaba claro entre nosotros: nos veíamos de vez en cuando, pero ella nunca iba a mi departamento y yo jamás me quedaba a dormir en su casa.
Aunque Andrea reaccionó de manera impulsiva y celosa, no pude evitar sonreír ante sus celos.Por su parte, Andrea compartió toda su relación con Marcelo y el peso de la culpa que sentía al pensar en dejarlo debido a su supuesta enfermedad, cuando en realidad comenzaba a sentir rechazo hacia él. Mientras ella relataba su historia, noté la manipulación de Marcelo y cómo sutilmente la retenía, y aunque quería ir a matarlo o decirle a ella que lo abandonara ya, no dije nada. Sabía que era algo que ella debía resolver por sí misma.
Aunque anhelaba besarla y hacerla mía como antes, llegamos al acuerdo de arreglar nuestras vidas y no ser desleales con nadie. Me sorprendió mi firmeza, ya que muchas veces estuve a punto de entregarme a lo que sentía, pero logré resistirme milagrosamente.Sentía un amor inmenso por Andrea y deseaba arreglar todo lo que estaba mal en su vida, pero sabía que debía dejarla enfrentar sus problemas por sí misma, aunque siempre estaría cerca para ayudarla.
Nuestra conversación fluía con naturalidad y sinceridad, revelando nuestros verdaderos sentimientos y expectativas el uno del otro.Nos quedamos en la sala durante la tarde, cenamos allí, luego me recosté en el sofá y Andrea se acurrucó en mis brazos, llorando por la difícil situación en la que nos encontrábamos. Compartí palabras de aliento y amor con ella hasta que finalmente se quedó dormida en mis brazos, seguida por mí. En ese momento, comprendí que sería feliz solo teniéndola a ella a mi lado, sintiéndome en casa y en paz.
- Es hora de irme... Por favor, obedece a Joel, aunque Zoe te supere, porque es insoportable, escúchala. Y si me necesitas, llámame, aunque no nos veamos, estaré para ti - Llegamos al aeropuerto de Milán y me despedía de Andrea, ella regresaba a su casa yo debía reunirme con Kiril y regresar a Nueva York.
- No quiero que te vayas... Dios, me siento mal - Andrea se adelantó y apoyó sus manos en mi cintura.
- No quiero irme. Me cuesta muchísimo. Pero es lo mejor, duele, pero así debe ser - Acorté la distancia que quedaba y abracé su cintura. No debía, pero tampoco podía soportar no tocarla, era un esfuerzo sobrehumano que me estaba superando.
- Lo sé... Odio pensar que otra vez, serás mi amigo, por ahora... - Añadió con una sonrisa, apoyando sus manos en mi pecho.
- Basura! No soy, y no seré tu amigo, ¡imposible! Solo soy un hombre que te espera... - Confesé, apoyando mi frente en la suya.
- Será más difícil ahora... Porque creo voy a extrañarte más. Quiero volver a Roma, a casa, contigo... Esa siempre fue nuestra casa - Andrea seguía pegada a mí y cada una de sus palabras me dolían, era lo mismo que yo quería.
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Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro II
RomanceEn ocasiones, las ataduras que nos aprisionan nos sumergen en una oscuridad intrincada, donde solo los secretos más profundos de nuestros corazones encuentran refugio. Es entonces cuando el orgullo y la vanidad irrumpen, desatando la destrucción a s...