Tres...

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Desperté un poco perturbada luego de tener un mal sueño, era uno de eso que sientes que te estas cayendo de un edificio, caes y caes, y luego te levantas con un muy feo sentimiento en tu abdomen, pues era uno de esos. Me levante y fui al baño, mire la hora en mi celular y era las 5:05, me coloque ropa deportiva para ir a caminar. Baje a la cocina con el mayor cuidado que pude tener, ya que no quería despertar a nadie en esta casa, podía correr el riesgo de que no me dejaran ir a pasear. Tome una botella con agua y emprendí mi caminata fuera de la casa.

Mientras caminaba me sentía bien, muy bien, tenía mucho tiempo que no caminaba sola, pues siempre tenía que llevar a una de mis irritantes hermanas. El pensar en hermanos me recordó a Cristian, ¿Hermano? ¿El en realidad era mi hermano?, lo dudaba mucho, la mayoría de los hermanos tienen algo en común, podría ser algo insignicante, como una mueca, o algo muy destacado como un parecido físico, yo apenas conocía a Cristian, pero tenía muy claro que él no se parecía en nada a mí físicamente. Mi piel era morena clara, mi cabello castaño claro, mis ojos verdes entre otras cosas. Él era de piel clara, su cabello rubio era fascinantemente rizado, sus ojos eran color marrón amarillento, su aspecto era encantador, aun así no se parecía nada a mí. No conocía muy bien a Cristian, mejor dicho no lo conocían en nada, solo que era mi hermano y según él, tenía "una vida".

Mientras caminaba observe una bonita casa, me imaginaba una familia allí, imaginaba una pequeñita viendo por la ventana que estaba en la parte superior de la casa, era un poco pequeña para mi gusto así que supuse que vivía una pequeña familia. Seguí caminando, y de repente estaba en el suelo.

- Lo siento -Dijo un chico mientras se arreglaba las gafas colocándolas bien en el puente de su nariz.

- Descuida -Respondí y me levante.

- Es que soy muy torpe -Dijo él, no me había dado cuenta de lo guapo que era hasta que alzo su cara, dejando ver su hermoso rostro, tenía unos bellos ojos negro, eran profundamente negros al igual que su cabello- Soy Edgar Molinsong - se presentó.

- Rebecca Holls -Dije mirando a la casa que ya había dejado atrás, pero por alguna razón voltee a mirar.

- Mucho gusto Rebecca -Estiro su mano hacia mí y la sujete, su toque envió una gran descarga de electricidad inexplicable por todo mi cuerpo.

- El gusto es mío Edgar-Respondí pasándome una gran parte de cabello por detrás de mí oreja.

- Becca -Escuche decir una voz que lamentablemente escucharía por mucho tiempo. Cristian. Me di la vuelta y lo mire con enojo.

- No me llames Becca -Chille, con una voz muy arrogante.

- Vi que ya conociste a mi colega - Dijo Cristian, señalando a Edgar.

- ¿Tu qué? -Pregunte algo extrañada, nunca pensé que Edgar seria el tipo de amigo de Cristian.

- Mi amigo... pues ya sabes mi colega, mi panita, ¿Enserio no entiendes? -Dijo él con sarcasmo.

- Si, ya entendí - Vi como una media sonrisa aparecía en el rostro de Edgar y eso solo lo hizo parecer más guapo.

Mire mi reloj y me di cuenta de que ya eran las 7:30 debía irme a casa. Me despide de ambos, pero Edgar insistió en llevarme a clases luego de que llegara a mi casa, su insistencia gano y acepte. Emprendí el camino a casa, fui lo más callada que pude, me sorprendí a mí misma por tal silencio, no entendía cuál era la causa. Llegue a mi casa luego de veinte minutos, me duche y arregle, cuando el reloj marco las 8:10 yo ya estaba lista, Isabella se fue con el tal Daniel y mi madre se fue a llevar a Valentina a clases. Cristian aún no había aparecido y no había rastro de Edgar. No iba a llegar tarde por hacerme ilusiones de que Edgar iba a venir, así que agarre mi mochila, ya que no había de otra, arranque a caminar, luego de correr veinte minutos llegue, mi primera clase empezaba a las 8:40 así que me tome los diez minutos restantes para descansar, había caminado y trotado bastante esta mañana, y ahora había corrido veinte minutos porque me dejaron plantada, yo definitivamente tenía un muy mal Karma.

Vi que en mi clase de religión, la cual tenía todos los días de la semana, Estaba con Edgar, nunca lo había visto, como nunca me había fijado en tan hermosa persona -Basta Rebecca deja de pensar así sobre ese chico-me regañe en voz extremadamente baja. Él era lindo, muy lindo, ¡Ya Becca! No quería enamorarme estúpidamente de alguien, a parte era la única persona que conocía en esta nueva escuela, no iba a echar todo por la ventana para hacerme falsas ilusiones con él. Claro, tampoco iba a ignorar el hecho de que al tomar su mano mi cuerpo se estremeció. No, no podía permitirme esos pensamientos ahora.

Edgar siquiera se acercó a disculparse o algo parecido, me sentía estúpida por esperarlo y por aceptar, ¿Qué persona le ofrece un aventón a otra y no lo hace? Creo que solo el, trate de no darle importancia al asunto, pero fue un intento fallido. Al terminar de las clases vi a Cristian y Edgar hablando, no quería acercarme, pero tampoco quería volver a caminar de regreso a clases sola. Comprare un auto, pensé, me serviría de mucho, y más en ocasiones así.

- Hey -Empecé refiriéndome a Cristian- ¿Vas a casa? -Pregunte, cruzaba los dedos para que él me lo hiciera más fácil y no seguir allí e irme a casa rápido.

- Si, ¿quieres que te lleve? -Como si supiera mis pensamientos se ofreció, genial.

- Sí.

Nos fuimos y note que Edgar me seguía con la mirada, que incómodo y acosador me hacía sentir eso, no estaba acostumbrada a eso, para nada. Entramos al auto y el silencio volvió a invadir mis oídos, se rompió hasta que él dijo:

- Lo siento.

- ¿Por? -Pregunte.

- Porque impedí que Edgar fuese a buscarte, es que tenía que ayudarme con algo -Rodee mis ojos, ¿Enserio que tipo de persona manda a su amigo a disculparse por él? Que patán. Pensé.

- No tienes que disculparte Cristian - Él no, pero Edgar sí.

- Ok -Dijo obvio. Solo volví a rodear los ojos y coloque mi atención al camino. Llegamos y me encerré en mi cuarto, agarre mi libreta, busque una hoja en blanco y escribí:

Edgar=Imbécil al 100%

Diario de una Escritora más...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora