El Prisionero de Azkaban: Besito no Deseado

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La comida que los elfos les había proporcionado a todos hizo que el hambre, que se apoderaba de ellos, fuera aplacado. 

Hablando entre ellos y con Jackson sentado en el suelo jugando con Bill y Charlie, a su lado, había un porta bebé que tenía a Percy y a su lado, estaba Marcus, tan dormido como un pequeño nene podía. 

Regulus miraba a su futuro esposo de vez en cuando, lo observaba jugar con Charlie y su pequeño oso de peluche, pero también notaba que no dejaba que que Bill, Dora, Teddy o Delphini se alejara de él. Era increíble verlo en un elemento tan naturalmente.

Melena, el león de los Potter, estaba tirado a solo unos metros del pelirrojo y de los niños, así mismo, Kongo estaba mordiendo una pelota que uno de los niños de primer año, le había dado. 

Molly Weasley observaba con enojo como sus hijos estaban rodeados de todos aquellos magos oscuros, e incluso Arthur parecía apoyar aquello, como si él estuviera de acuerdo que su ligero núcleo se viera empañado por esas cosas, ¡No podía aceparlo!

Por otro lado, Peter Pettigrew estaba en un dilema. Si, aceptaba que pensaba unirse a los mortifagos, pero notando como eran realmente (como era incluso Voldemort) se cuestiono si sería lo correcto. Dios, no lo pensarán mal, el incluso había estado algo sofocado ante el hecho de que ellos eran más abiertos a estar como una familia, pero él, que nunca había experimentado aquello, era un poco desconcertante. Tenía a los merodeadores, claro que sí, incluso con la lectura sobre su traición, James se seguía preocupando por él, incluso notaba las miradas nerviosas y tímidas que Hayden Potter le daba, pero no sabía como sentirse. Bueno sí lo sabía, era un idiota. Vería la forma de arreglar las cosas cuanto antes. 

Por otro lado, Tom Riddle pensaba, pensaba mucho en su mujer, en su hijo, en su hija (por merlín, tenía una niña) en su ahijado Severus y en el golpe que recibió, en el hecho de que podría hechizar y/o matar a James Potter por atreverse a tocarlos y sobre todo, pensaba en como una magia lo guiaba hacía los hermanos Potter. Era tan confuso. 

Miro a Eileen. Tenía que hablar con ella, hace 16 años había estado con ella, en una relación abierta antes de que conociera a Elena, y antes de que sentará cabeza, así que tenía sus dudas respecto al hecho de que Severus fuera o no su hijo, en caso de que no lo fuera, seguía siendo su ahijado, pero en caso de que lo fuera, por merlín, hablaría con su mujer y con Eileen, no dejaría a Severus como un Prince solamente, lo volvería su hijo, le daría lo que le correspondía por ley.

Hadriel, quien estaba sentado a la par de Damián y Athenea, le levanto de pronto, la pulsera que Hermione le había dado como regalo de Yules había ardido, no un ardor placentero, sino uno que reflejaba lo que podría estar ocurriendo en ese momento.

- ¿Hermano? - llamó Hayden -¿Todo bien?

- Tengo que ir a ver a Mione- expresó él - Los veo en un rato, ¡No hagan nada estúpido sin mí! 

Nadie comentó el como el Potter salió del comedor, apreciaban su vida, y a parte, podían notar la tranquilidad que reflejaban sus primos, por lo que sabían, a lo mejor era algo que podría sobre-llevar.

- Bien, ¿Quién lee?- interrogó con calma Marcus, mientras le daba un mordisco a un rollo de canela que había salido de algún lugar misterioso

- ¡Yo! - exclamó Roger, mientras tomaba el libro y miraba el título - ¡Me lleva la madre!

- ¿Roger?- llamó nervioso Hayden, quien tenía en sus brazos a un bebé Marcus -¿Todo bien?

- Si, tranquilo pequeño príncipe- sonrió el Davis 

James frunció el ceño. No le había gustado aquella interacción.

- Capítulo Veintidós, un besito no deseado- leyó con calma, arrancando gemidos lamentaros de Athenea, Draco y Lirio, era una suerte que Hadriel no estuviera ahí 

𝐋𝐞𝐲𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐄𝐥 𝐑𝐞𝐲 𝐄𝐬𝐭𝐞𝐥𝐚𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora