Confusión

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"En el laberinto de la mente, a veces es difícil encontrar la salida."

La sala de espera del hospital estaba sumida en un silencio tenso, solo interrumpido por el suave zumbido de las luces fluorescentes y el ocasional murmullo de algún médico que pasaba. Hanna y Bell estaban sentadas juntas en uno de los incómodos bancos de plástico, sus mentes llenas de ansiedad mientras esperaban noticias sobre Joans.

Hanna jugueteaba nerviosamente con sus manos, incapaz de quedarse quieta por mucho tiempo. Cada minuto que pasaba sin noticias de Joans aumentaba su preocupación, y se mordía el labio inferior con nerviosismo.

Bell, por su parte, mantenía la mirada fija en la puerta que conducía a la unidad de cuidados intensivos, como si pudiera atravesarla con la mirada y ver a Joans acostado en una de las camas.

El sonido de pasos apresurados rompió el silencio de la sala de espera, y ambas se pusieron de pie de inmediato, esperanzadas de que fueran noticias sobre Joans. Sin embargo, la enfermera que apareció en la puerta tenía una expresión sombría en el rostro, y Hanna sintió un nudo en el estómago al verla.

La enfermera se acercó a Hanna y Bell con paso firme pero compasivo.

-Chicas, entiendo lo angustiadas que están. El doctor estará con ustedes en unos momentos para hablar sobre la situación de Joans -dijo con voz suave, tratando de transmitir un poco de consuelo en medio de la incertidumbre.

Hanna asintió con un gesto de agradecimiento, sintiendo que su corazón latía con fuerza en su pecho mientras esperaba la llegada del médico.

Bell le ofreció una sonrisa de apoyo a Hanna, tratando de mantenerse fuerte a pesar de la creciente ansiedad que sentía en su interior.

-Lo descubriremos pronto, Hanna. Todo saldrá bien -dijo Bell con voz tranquila, aunque en su interior también estaba llena de preocupación.

Juntas, se sentaron de nuevo en el banco de la sala de espera, preparadas para enfrentar lo que sea que el doctor tuviera que decirles sobre la condición de Joans. El tiempo parecía moverse a cámara lenta mientras esperaban, con cada segundo que pasaba sintiéndose como una eternidad. 

El tiempo transcurría con una lentitud agobiante en la sala de espera, y cada segundo que pasaba solo aumentaba la ansiedad de Hanna y Bell. Finalmente, la puerta se abrió de nuevo y esta vez, fue el doctor quien apareció.

El médico, con una expresión seria pero compasiva en el rostro, se acercó a ellas con pasos seguros.

-Hanna, Bell, soy el doctor Patel -se presentó, ofreciendo una leve sonrisa de ánimo-. He venido a hablar con ustedes sobre Joans.

Hanna se aferró al borde del asiento, esperando ansiosamente las palabras del médico.

-¿Cómo está Joans, doctor? ¿Qué ha pasado? -preguntó con voz temblorosa, apenas capaz de contener el miedo que la invadía.

El doctor Patel asintió, comprendiendo la angustia de las dos mujeres frente a él.

-Bueno, basándome en los síntomas que ha experimentado Joans y su historial médico, creo que puedo armar un panorama bastante claro de lo que pudo haber sucedido.

-¿Y qué es? ¿Por qué se desmayó Joans?-Pregunto Hanna.

-Parece que el desmayo fue desencadenado por una migraña severa, exacerbada por el estrés y la ansiedad.

El médico continuó explicando:

-Los síntomas que experimentó Joans, como el dolor de cabeza intenso y el mareo, son consistentes con una migraña. Además, el estrés emocional y la ansiedad pueden desencadenar migrañas en algunas personas, y parece que en el caso de Joans, estos factores jugaron un papel importante.

Ecos de un Amor PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora